Después de haber
seguido con angustia el asalto al Banco Central en Barcelona, respiramos aliviados porque lo que podía haber sido una enorme tragedia había tenido un desenlace feliz para los rehenes, y esperábamos con impaciencia las respuestas del Gobierno a todas las preguntas que nos hacíamos. Y las respuestas llegaron mínimas, ramplonas, increíbles y contradictorias.Con toda la serenidad del mundo mantengo que lo único que necesitamos los españoles en este momento es la verdad. La verdad clara y meridiana, aunque sea dura y difícil de asimilar. La pura verdad no nos puede hacer daño; es este osúurantismo ...
Regístrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
seguido con angustia el asalto al Banco Central en Barcelona, respiramos aliviados porque lo que podía haber sido una enorme tragedia había tenido un desenlace feliz para los rehenes, y esperábamos con impaciencia las respuestas del Gobierno a todas las preguntas que nos hacíamos. Y las respuestas llegaron mínimas, ramplonas, increíbles y contradictorias.Con toda la serenidad del mundo mantengo que lo único que necesitamos los españoles en este momento es la verdad. La verdad clara y meridiana, aunque sea dura y difícil de asimilar. La pura verdad no nos puede hacer daño; es este osúurantismo sistemático lo que nos lleva al desaliento.
Archivado En
- Videovigilancia
- 23-F
- Repercusiones políticas
- Banco Central
- Opinión
- Vandalismo
- Orden público
- Transición española
- Barcelona
- Desórdenes públicos
- Seguridad ciudadana
- Política antiterrorista
- Transición democrática
- Atentados terroristas
- Cataluña
- Secuestros
- Delitos orden público
- Golpes estado
- Lucha antiterrorista
- Ultraderecha
- Conflictos políticos
- Grupos terroristas
- Ideologías
- Partidos políticos
- Ayuntamientos