Mitterrand asumirá el día 20 la jefatura del Estado francés

El próximo día 20 se efectuará el traspaso de poderes entre el presidente en funciones de Francia, Valéry Giscard d'Estaing, y el presidente efecto, François Mitterrand. El Consejo Constitucional, organismo que vela por la aplicación estricta de la Constitución, oficializó ayer los resultados ya conocidos del pasado día 10.

Las elecciones legislativas se adelantarán probablemente y se celebrarían los días 14 y 21 del mes de junio inmediato. Aunque con todas las reservas, se adelantaba anoche en París que el primer ministro sería Pierre Mauroy, Claude Chaisson, el ministro de Exterio...

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El próximo día 20 se efectuará el traspaso de poderes entre el presidente en funciones de Francia, Valéry Giscard d'Estaing, y el presidente efecto, François Mitterrand. El Consejo Constitucional, organismo que vela por la aplicación estricta de la Constitución, oficializó ayer los resultados ya conocidos del pasado día 10.

Las elecciones legislativas se adelantarán probablemente y se celebrarían los días 14 y 21 del mes de junio inmediato. Aunque con todas las reservas, se adelantaba anoche en París que el primer ministro sería Pierre Mauroy, Claude Chaisson, el ministro de Exteriores; Jacques Delors, de Finanzas; Pierre Joxe, del Interior, y Jacques Attali, secretario general del Gabinete.La lentitud del traspaso de poderes mantiene expectantes a los medios industriales, económicos, Políticos, pero no a los informativos. La victoria de Mitterrand y el «cambio» que él pretende encarnar se han manifestado instantáneamente, sobre todo en los sectores de la Prensa abiertamente progiscardianos y en el monopolio estatal de la radio y la televisión.

El primer estallido se produjo al día siguiente de la derrota de Giscard en el semanario L'Express, cuyo propietario, el británico James Goldsmith, dijo claramente que su revista se convertía en un órgano de oposición contra el colectivismo. La expulsión de uno de los periodistas más considerados en este país, Olivier Tood, adjunto a la dirección, y de sensibilidad socialdemócrata, fue como una explosión que resquebrajó la «giscardización» de la Prensa que había conseguido el ex presidente durante su septenio. Dos días después, y tras la dimisión del director del semanario, Jean Fraçois Revel, sir James parece que recula: ayer les aseguró a sus redactores que, como hasta la fecha, en L'Express cabían todas las opiniones, salvo los extremismos de derechas y el socialismo totalitario. Pero nada, se ha resuelto aún definitivamente. Un amigo íntimo de Giscard y ex ministro, el acaudalado conde de Ornano, se ha rumoreado que pudiera comprar L'Express si el sir británico no lo endereza. Los dos títulos más sobresalientes del imperio periodístico de Robert Hersant, Le Figaro y France-Soir, convertidos sin escrúpulos en apoyos electorales de Giscard durante la campaña, se resienten también de la victoria miterranista.

La radiotelevisión, centro de mira

La radio y televisión estatales son el centro de atención de todos los franceses. El giscardismo, con sutileza e inteligencia, apoyándose en periodistas dotados, había reconstruido el monopolio a su imagen y semejanza. En pocos segundos, tras su derrota, todo se ha venido abajo. Desde el lunes último, nunca se había hablado tanto de la libertad de expresión en la televisión gala. Todas las vedetes de la información giscardiana invocan la «Información objetiva» como su única preocupación. Los responsables especialistas en medios de comunicación del Partido Socialista (PS), a su vez, hacen todo lo que pueden para calmar los ánimos. Uno tras otro, los dos últimos días han asegurado públicamente que «no habrá caza de brujas». Según los proyectos socialistas que afectan a este sector audiovisual, en cuanto se abra la sesión parlamentaria de otoño, el Gobierno someterá a la aprobación de la Asamblea una ley que mantendrá el monopolio, pero modificará su funcionamiento. Esencialmente, creará un consejo, independiente del Gobierno, que nombrará los puestos de dirección.Contrariamente a lo que está ocurriendo en la Prensa, la industria y los medios financieros y económicos, en espera de que Mitterrand empiece a ejercer, acusan el parón. Muy pocos, o poquísimos, en estos sectores creyeron en la victoria del candidato socialista. Y ello quizá por exceso de confianza en sus propios deseos que por un análisis frío de la evolución de la campaña de los dos pretendientes.

.Nadie pone en duda el principio de las nacionalizaciones, pero los medios interesados no parecen inquietarse. El modo de realizarlas puede modificar sustancialmente la significación «revolucionaria» de esta panacea de la política tradicional de izquierdas.

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