Dos versiones

Desde la primera versión oficial sobre las causas de la muerte de los jóvenes Luis Cobo, Luis Montero y Juan Mañas hasta la que ayer circulaba entre los centenares de personas que asistieron a sus honras fúnebres, hay tanto trecho que el Gobierno tiene la obligación de informar detalladamente a la opinión pública y, en primer lugar, a los familiares. Tal es el criterio de las fuerzas políticas y sindicales de izquierda en Cantabria, que no pararán en sus medidas de presión hasta el esclarecimiento de los hechos y el castigo de los responsables. Juzgan también intolerable que los familiares hay...

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Desde la primera versión oficial sobre las causas de la muerte de los jóvenes Luis Cobo, Luis Montero y Juan Mañas hasta la que ayer circulaba entre los centenares de personas que asistieron a sus honras fúnebres, hay tanto trecho que el Gobierno tiene la obligación de informar detalladamente a la opinión pública y, en primer lugar, a los familiares. Tal es el criterio de las fuerzas políticas y sindicales de izquierda en Cantabria, que no pararán en sus medidas de presión hasta el esclarecimiento de los hechos y el castigo de los responsables. Juzgan también intolerable que los familiares hayan tenido que enterarse de la muerte de Cobo y Montero por los boletines informati vos de la radio, el pasado lunes.La primera versión oficial, el domingo por la mañana, hablaba de la detención y muerte de tres presuntos terroristas, que por la noche, en un comunicado del Ministerio del Interior, eran sólo delincuentes comunes, sin que se facilitasen sus nombres ni lugar de procedencia. Las notas oficiales siguen manteniendo, sin embargo, una tímida referencia a armas cortas, el lunes por la mañana, referencia en la que no se ha vuelto a insistir. Contra esas versiories, que al conocerse la identidad de los muert os indignaron profundamente a toda la región, donde los fallecidos eran trabajadores especialistas y algunos de ellos militantes de partidos y centrales sindicales, va tomando cuerpo la idea de que se trata de una muerte violenta, posiblemente por tortura, con la posterior incineración de los cadáveres y no se explica la amputación de antebrazos y piernas. Á pesar de que el domingo el Ministerio del Interior no facilitaba la identidad de las víctimas, el sábado por la noche ya hubo en el domicilio de Luis Cobo Mier una llamada desde Almería para preguntar por su aspecto físico. Si tenía barba, si tenía bigote, etcétera. La familia, que conocía por un hermano de Juan Mañas que los tres jóvenes no se habían presentado en la primera comunión a la que acudían desde Santander, preguntó si pasaba algo malo. Se les contestó con evasivas. Fue el lunes cuando, en el boletín de Radio Nacional de las tres de la tarde, los hermanos de Luis Montero se enteraron de lo sucedido. Desde entonces, ni una explicación oficial. Ni interrogatorio alguno sobre las actividades de los jóvenes. Un último dato revelador: la policía dijo que uno de ellos, Luis Cobo Mier, no iba identificado, cuando ló cierto es que ha sido su carnet de conducir la única pertenencia que le han devuelto a la familia

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