Cartas al director

Cartas pastorales

A finales del siglo XIX escribía desde París nuestro ilustre vecino Ega de Queirós que «de España no podía salir nada banal, fuera de versos o de discursos», y ello es debido a que, en ambos casos, se trata de instituciones culturales sin auténtica raíz en nuestro país, y carentes, por consiguiente, de realidad. Aquí lo real, las instituciones genuinas, son las mismas que presidieron el amanecer de Occidente, y que nosotros conservamos con lealtad religiosa: el Ejército y la Iglesia, el poder temporal y el poder espiritual, el honor del mundo y el honor de Dios.Para un francés, Tomás Becket y ...

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A finales del siglo XIX escribía desde París nuestro ilustre vecino Ega de Queirós que «de España no podía salir nada banal, fuera de versos o de discursos», y ello es debido a que, en ambos casos, se trata de instituciones culturales sin auténtica raíz en nuestro país, y carentes, por consiguiente, de realidad. Aquí lo real, las instituciones genuinas, son las mismas que presidieron el amanecer de Occidente, y que nosotros conservamos con lealtad religiosa: el Ejército y la Iglesia, el poder temporal y el poder espiritual, el honor del mundo y el honor de Dios.Para un francés, Tomás Becket y Enrique II pueden significar una leyenda histórica, embellecida por la distancia temporal; para un español. constituyen un posible drama humano, que puede producirse en cualquier momento, incluso con la misma arrogancia.

El lector debe recordar cómo la democracia de Suárez se vio preludiada por una actuación e monseñor Añoveros, entonces obispo de Bilbao, oponiéndose al poder temporal. Estos días, una carta pastoral de tres prelados vascos ha vuelto a dejar nítidamente perfilados a los dos venerables y herméticos poderes.

Los versos y los discursos pertenecen de lleno a la cultura burguesa; por eso entre nosotros carecen de significación. Nuestros son las arengas y los sermones, los desafíos heroicos y los anatemas apocalípticos.

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Del mismo modo, los partidos políticos, que también pertenecen al medio intelectual burgués y que demostraron su inadecuación a los graves problemas de nuestra realidad, han sido borrados de la escena por la simple fuerza de las circunstancias.

Las circunstancias más acuciantes de la sociedad española no son burguesas. son medievales, de ese siglo XI ampliado que vivimos in aeternum; y a ellas no están acordes los partidos políticos, que pertenecen al futuro, sino el Ejército y la Iglesia. Guerreros y sacerdotes escriben las páginas brillantes de nuestra historia; los fabricantes de versos y de discursos estamos para rellenar los entreactos. /

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