Luis Suñer recibió promesas de liberación en varias ocasiones

Los tres meses de secuestro de Luis Suñer se desarrollaron, según versiones fidedignas recogidas por este periódico, de la siguiente manera. Cuando los secuestradores irrumpieron en el despacho de Suñer, el 13 de enero, el industrial creyó que se trataba de una broma, y atribuyó esta suposición a la relativa proximidad del carnaval. Los secuestradores eran tres, y uno de ellos, una mujer. Los tres iban enmascarados.Uno de los tres, apoyándole una metralleta sobre las costillas, advirtió a Suñer que no había nada de broma en la acción. La presión del arma fue tan fuerte que Suñer notó mo...

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Los tres meses de secuestro de Luis Suñer se desarrollaron, según versiones fidedignas recogidas por este periódico, de la siguiente manera. Cuando los secuestradores irrumpieron en el despacho de Suñer, el 13 de enero, el industrial creyó que se trataba de una broma, y atribuyó esta suposición a la relativa proximidad del carnaval. Los secuestradores eran tres, y uno de ellos, una mujer. Los tres iban enmascarados.Uno de los tres, apoyándole una metralleta sobre las costillas, advirtió a Suñer que no había nada de broma en la acción. La presión del arma fue tan fuerte que Suñer notó molestias al respirar durante unos quince días. Los secuestradores le dijeron que se lo iban a llevar, y le inyectaron un calmante. Antes de que le hiciese efecto, el industrial pudo advertir que le introducían en un coche, le vendaban los ojos y le esposaban. Transcurrió un número indeterminado de horas y Suñer notó que cambió una vez de vehículo.

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A partir de este momento transcurre la primera parte de los noventa días. Durante 73 días permanece en una habitación de 1,70 metros por 1,70 y 1.20 de altura, por lo que en ningún momento pudo ponerse en pie. Durante esta etapa, sus secuestradores no le permitieron lavarse ni afeitarse, ni tampoco cambiarse de ropa. Sólo era visitado por un secuestrador una vez al día. Los visitantes, que eran varios, iban enmascarados.

Los secuestradores hablaron muy poco con él durante esta etapa, hasta el punto de que el industrial calcula que con todo lo que hablaron durante ese período no se podría reunir más de tres o cuatro horas de conversación. Suñer sólo podía ver la luz eléctrica y notaba una gran humedad en la habitación, cuyas paredes estaban recubiertas de corcho. En todo momento se le proporcionaron medicamentos, whisky y cigarrillos, cuando los pidió, y de las marcas que solicitaba. El industrial sufría cierto estreñimiento y tomaba laxante, que le proporcionaban sus secuestradores, cada tres días.

Los secuestradores hablaban siempre en castellano y el industrial no identificó en ellos ningún tipo de acento.

En las versiones que se dieron al ser liberado Suñer se dijo que no llevaba reloj durante el cautiverio. En realidad, sí lo llevó, aunque la hora fue cambiada por los secuestradores. El industrial fue calculando de esta forma espacios de veinticuatro horas para contar los días. No tuvo ningún otro tipo de comunicación con el exterior que le permitiese calcular el tiempo, como radio o televisión, a excepción de los periódicos atrasados que se utilizaron para tomarle fotografías.

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En dos o tres ocasiones, durante esta etapa, le dijeron que iba a ser liberado. pero ello no se cumplió. Esta circunstancia le producía fuertes depresiones. Pidió ser liberado sobre el día de San José, para que pudiera estar en su tierra durante las Fiestas y celebrar el día de su cumpleaños. Al no ser liberado en esta ocasión, cayó en una fuerte depresión, que probablemente impulsó a sus secuestradores a cambiarle de lugar. Se le administró un sedante y estuvo viajando entre seis y siete horas.

Un trato distinto

En el segundo lugar donde estuvo recluido el industrial el trato fue muy diferente. Se trataba de una habitación también con las paredes de corcho, pero de tres o cuatro metros por otros tantos. Las conversaciones eran frecuentes y, aunque los secuestradores no hablaban mucho, sí le permitieron hablar bastante sobre su vida, lo que le alivió mucho psicológicamente. También pudo jugar frecuentemente con los secuestradores a las cartas y a las damas. En esta etapa había también una mujer y se le permitió lavarse, utilizar el espejo, afeitarse y cambiarse de ropa, utilizando para ello prendas que le proporcionaron los secuestradores.

Suñer debió perder unos diez kilos de peso en la primera etapa del secuestro, y en la actualidad pesa seis menos de lo que era su peso normal, por lo que parece que recuperó cuatro en la segunda etapa, en la que también pudo tomar comidas calientes, a diferencia de la primera. Una de sus distracciones consistía en realizar notas en el papel higiénico sobre los proyectos relativos a sus industrias.

La primera noticia de que iba a ser liberado la tuvo Suñer el pasado sábado. Le comunicaron igualmente que en el momento preciso llamarían a la policía y al portavoz de la familia para que pudieran recogerle.

Cuando le abandonaron durante la noche del lunes al martes en el lugar donde fue encontrado, le dijeron que había un pueblo próximo del que vería las luces cuando se quitase la venda que le cubría los ojos. Los secuestradores añadieron que cuando oyese arrancar el coche en el que se marcharían podría desprenderse de la venda y así lo hizo.

Al cabo de unas dos horas, oyó pasos y advirtió que se acercaban diez o doce personas. Alguien de entre ellos, que eran policías, dijo: «Cuidado, a ver si es una emboscada». Suñer respondió: «Estoy aquí, soy Luis Suñer». En ese momento el industrial comenzó a llorar y abrazó a los policías, algunos de los cuales también lloraron.

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