Editorial:

Reflexiones sobre terrorismo

EN EL supuesto de que la ley de Defensa de la Constitución permita aproximaciones intelectuales a la táctica y estrategia terrorista, habrá que convenir que esa banda mafiosa que es ETA Militar está procediendo a dar su criminal respuesta a los trabajos del llamado mando único antiterrorista en el País Vasco. Ya empieza a resultar difícil hacer extrapolaciones estadísticas del largo historial de asesinatos de ETAm, pero no se recuerda del canallesco terror etarra la comisión de tres asesinatos de estas características en un solo día -y en el espacio de escasas horas-, y dos de el...

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EN EL supuesto de que la ley de Defensa de la Constitución permita aproximaciones intelectuales a la táctica y estrategia terrorista, habrá que convenir que esa banda mafiosa que es ETA Militar está procediendo a dar su criminal respuesta a los trabajos del llamado mando único antiterrorista en el País Vasco. Ya empieza a resultar difícil hacer extrapolaciones estadísticas del largo historial de asesinatos de ETAm, pero no se recuerda del canallesco terror etarra la comisión de tres asesinatos de estas características en un solo día -y en el espacio de escasas horas-, y dos de ellos en la misma provincia. Pese a la cobardía añadida que supone el hecho de que los criminales elijan como víctimas de su salvajismo a jefes u oficiales jubilados e industriales sin protección ni relevancia especial, no es aventurado ver en esta escalada de ETA -iniciada hace pocos días con otros bárbaros atentados contra policías nacionales- un siniestro aquí seguimos dirigido a subrayar la gira del ministro de Defensa, de visita a las tropas empeñadas por el Gobierno en la impermeabilización del Pirineo vasco-navarro.La identificación de las últimas víctimas de ETAm debe también subrayarse: militares jubilados, asentados voluntariamente en Euskadi y asesinados en forma particularmente cruel y repugnante, si es que cabe una graduación de crueldades en la muerte alevosa de un hombre. El menos avisado puede advertir en las últimas acciones de ETAm un asalto frontal a la resistencia psicológica de los miembros de las Fuerzas Armadas. Una nueva prueba de que el terrorismo de ETA ha decidido lanzarse irremisiblemente por la cuesta de los propiciadores del golpismo, contra las libertades de los españoles.

Tampoco cabe desdeñar la posibilidad de que el terrorismo etarra esté creando la temperatura ambiente para un Aberri Eguna (el próximo domingo) teñido de violencia y de enfrentamientos. Pero, y aun reconociendo la dificultad objetiva de la lucha contra el bandolerismo político, estos hechos parecen señalar, por otra parte, que no resulta conveniente participar del triunfalismo con el que ha iniciado su gestión ese conglomerado de competencias desconexas titulado como mando único antiterrorista.

Ayer, la liberación feliz del industrial alcireño Luis Suñer (sobre cuyas circunstancias los responsables del orden público han tendido una manta de silencio, pero parece que pasan por un elevado rescate) quedó así empañada por estos tres inmundos crímenes, que ya resulta obvio condenar cuando las palabras, a fuer de repetidas, pierden el brillo y la fuerza de su acuñación original.

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Casi diariamente llueven sobre los medios informativos elefantiásicas relaciones oficiales de detenidos o de material terrorista capturado; se ha llegado a ofrecer a la opinión pública cuadros estadísticos en los que se pretende demostrar que en tal o cual lapso de tiempo -siempre con legislaciones especiales y amenazas indiscriminadas al uso de la libertad- se ha procedido con éxito a un tanto por ciento más de servicios antiterroristas que en las mismas fechas del año anterior. Se ha entrado en una lexicografía digna de la dictadura, en las que sedicentes diarios liberales piden la caza del hombre como la del tigre, equiparando así su brillante trayectoria intelectual y periodística a la propia trayectoria de la violencia inhumana, y se ha dado el paso -apenas discutido- que nunca decidieron dar los Gobiernos de Franco, ni siquiera cuando el presidente del Gobierno fue asesinado: aproximar a las Fuerzas Armadas a la lucha directa contra el terrorismo.

Por supuesto que ningún operativo antiterrorista de ningún género puede ser capaz de evitar el terror en unas pocas semanas. Pero a pocos se les escapa que tras la apabullante fachada del mando único hay muchas mimbres sueltas, falta tecnología, adecuado trabajo diplomático, reordenación previa de servicios debilitados, como el de la Inteligencia de la Defensa y, por encima de todo, mando único. Recientes declaraciones del comisario Ballesteros reconociendo que la coordinación entre militares, guardias civiles y policías se efectuaba a nivel de amigos, mueven a tal sonrojo que nos aconsejó callar en su momento. Ya se ha avisado, desde estas y desde otras muchas páginas, que lo de Ballesteros era la reedición de su maestro, el comisario Conesa, condenado el primero, como éste con los GRAPO, al nuevo suplicio de Sísifo de anunciar la desarticulación, una y otra vez, de ETA.

Por eso, si aparte del horror que los crímenes suscitan podemos sacar algunas breves lecciones de tanta infamia, éstas al menos resultan meridianamente claras. La primera y más importante es que, si ya dijimos, con ocasión del asesinato del ingeniero Ryan, que ETA: era pura canalla, hoy se puede añadir que esta canalla es ya no sólo fascista en sus orígenes seudointelectuales, sino golpista en sus objetivos inmediatos. La segunda es que el Gobierno de Calvo Sotelo, abundante en gestos -y en gestos, lo decimos sin reticencia alguna, interesantes y valerosos, pero gestos al fin-, tiene que empezar a producir políticas.

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