Resultados satisfactorios en las primeras horas de vuelo

Viene de primera página

Todo salió como estaba previsto en el momento del lanzamiento de la nave, a las siete de la mañana del pasado domingo, en el centro espacial Kennedy.

A la hora cero, los dos cohetes que impulsaron la nave desprendieron un espectacular estampido, con enormes nubes blancas que inmediatamente marcaban la estela seguida por la Columbia, en un cielo azul y nítido.

El impresionante silencio que precedió al lanzamiento en los últimos minutos, entre los 100.000 espectadores directos del hecho, se transformó en gritos de júbilo, aplausos...

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Viene de primera página

Todo salió como estaba previsto en el momento del lanzamiento de la nave, a las siete de la mañana del pasado domingo, en el centro espacial Kennedy.

A la hora cero, los dos cohetes que impulsaron la nave desprendieron un espectacular estampido, con enormes nubes blancas que inmediatamente marcaban la estela seguida por la Columbia, en un cielo azul y nítido.

El impresionante silencio que precedió al lanzamiento en los últimos minutos, entre los 100.000 espectadores directos del hecho, se transformó en gritos de júbilo, aplausos y hurras. América acababa de enviar dos nuevos astronautas al espacio, después de seis años de interrupción de vuelos espaciales tripulados.

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«El aparato va mejor de lo que cabía incluso esperar en un primer vuelo», dijo John Young, comandante de la nave y veterano del espacio, con sus misiones Apolo sobre la Luna. Una veteranía confirmada por el hecho de que Young, de cincuenta años de edad, tenía unas pulsaciones de ritmo cardíaco casi normales (de 75 a 80) en el momento del despegue, mientras el capitán Robert Crippen, de 43 años, contaba con 130 pulsaciones, debido a la emoción. Con júbilo y emoción, los directivos de la NASA confirmaron una hora después, en conferencia de Prensa, que todo salía como está previsto.

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Definido como «criatura del Pentágono» por los soviéticos, que predicen una utilización militar de las naves del tipo Columbia, o esperado por el mundo de las telecomunicaciones, la astronomía y el espacio como un proyecto que abre fronteras inimaginables, Columbia supone, por el momento, un importante éxito para Estados Unidos, tanto de prestigio como de programa, hacia la conquista del espacio.

Entre la tribuna de personalidades invitadas por la NASA destacaba Neil Armstrong, el primer hombre que, en julio de 1969, pisó el suelo lunar.

«Estoy impresionado», dijo Armstrong, al ver el despegue de la primera nave que debe ser capaz de salir y volver a la Tierra por sus propios medios y ser reutilizada en múltiples ocasiones. En términos parecidos se expresó Georges Lukas, el realizador de los populares filmes del espacio La guerra de las Galaxias y El imperio contraataca. Edmund Brown, gobernador de California, se mostró muy interesado por el nuevo paso espacial, cuyo futuro, después de haber gastado 10.000 millones de dólares, dependerá también, en gran parte, de la atención que le dedique el Congreso norteamericano en el momento de votar los presupuestos para la NASA

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