Los militares "golpistas" tailandeses, cada vez más aislados, sólo controlan la ciudad de Bangkok, capital del país

El aislamiento del comité revolucionario que se hizo con el poder el miércoles en Bangkok se acentuó ayer cuando un gran numero de personalidades civiles y militares -que no se habían pronunciado hasta el momento- brindaron públicamente su apoyo al general Prem Tinsulanonda, primer ministro, que encabeza la resistencia contra los golpistas desde la meseta de Korat, situada en el noreste del país. Cuarenta y ocho horas después del golpe de Estado que derrocó al Gobierno del general Prem, el comité revolucionario militar, que dirige el general Sant Chitpatima, parece incapaz de extender su autor...

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El aislamiento del comité revolucionario que se hizo con el poder el miércoles en Bangkok se acentuó ayer cuando un gran numero de personalidades civiles y militares -que no se habían pronunciado hasta el momento- brindaron públicamente su apoyo al general Prem Tinsulanonda, primer ministro, que encabeza la resistencia contra los golpistas desde la meseta de Korat, situada en el noreste del país. Cuarenta y ocho horas después del golpe de Estado que derrocó al Gobierno del general Prem, el comité revolucionario militar, que dirige el general Sant Chitpatima, parece incapaz de extender su autoridad más allá de la capital, cuyos habitantes, temerosos de verse involucrados en los posibles enfrentamientos armados entre facciosos rivales del Ejército, han empezado a almacenar alimentos y a limitar sus desplazamientos.

Ayer se oyeron disparos, aislados en varios barrios periféricos de Bangkok.Colocado a la defensiva, el comité revolucionario no parece en condiciones de desarrollar una política coherente, contradiciéndose constantemente. Ayer restableció la Constitución que había abrogado veinticuatro horas antes y convocó al Parlamento que había optado por disolver varios jerarcas militares, que fueron destituidos el miércoles recuperaron ayer sus cargos.

Mientras tanto, en Korat, donde se encuentra también la familia real, el general Prem recupera paulatinamente el terreno perdido, al tiempo que difunde sus consignas a todo el país a través de una pequeña emisora que los habitantes de Bangkok prefieren escuchar antes que Radio Tailandia, portavoz del comité revolucionario.

A través de la emisora, cuya declaraciones retransmiten un gran número de radios civiles y militares, el general Prem ha pedido a la población de Bangkok que no circule por las calles, y los «oficiales que se han equivocado» al adherirse al comité revolucionario, que depongan las armas y se reintegren a los cuarteles bajo pena de sufrir las graves consecuencias. El último plazo fijado para cumplir estas condiciones expiró ayer a las cinco de la tarde (hora de Madrid).

Por su parte, el comité revolucionario replica, en esta guerra de las ondas, a los partidarios del general Prem advirtiéndoles que si recurren a la fuerza «ni siquiera dispondrán de un lugar para ser enterrados».

Desde Korat, la reina Sirikit de Tailandia desaprobó el golpe de Estado, según aseguró la emisora de radio local. El comité revolucionario envió un emisario a Korat, que fue recibido en audiencia por el rey Bhumilbol Adulyadet, que, junto con toda su familia, se encuentra refugiado en la sede de la II Región Militar, leal al general Prem.

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El papel del rey

La presencia del rey en Korat supone una baza importante para el jefe del Gobierno derrocado, que no ha dudado en aprovecharla para reunir en torno a su persona a numerosas personalidades, contribuyendo así a aislar aún más al general golpista Sant.Más de la mitad de los miembros del Gobierho se encuentran, en efecto, en Koirat, al lado del primer ministro y junto con numerosos oficiales, entre los que destacan los jefes del segundo, tercero y cuarto ejércitos. Cuarenta gobernadores de provincias, sobre un total de 72, están también en Korat.

Sólo el comandante en jefe del primer ejército, con base en Bangkok, y el jefe de la policía tailandesa, general Montchal, permanecen en la capital al lado de los golpistas.

A pesar de la aparente firmeza de ambos bandos, un compromiso no está del todo descartado. Tanto el general Prem como el general Sant reiteraron ayer que querían evitar un baño de sangre, y en contra de los persistenes rumores que han circulado estos últimos días, el Gobierno derrocado no ha enviado tropas a la capital con la intención de restablecer su autoridad en Bangkok.

El desencadenamiento de las hostilidades depende, en gran medida, de lo que decida el comité revolucionario, integrado, al parecer, por dos generales y doce coroneles, a la vuelta de su emisirario de Korat, y el Gobierno del general Prem, reunido en permanencia en la misma localidad.

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