Cartas al director

La mujer

Felicidades por el artículo de Rafael Sánchez Ferlosio «Dos juras o si yo fuera mujer ... », del jueves 29 de enero. Es el mejor artículo de opinión publicado en EL PAÍS desde hace ya bastante tiempo.Es un soplo de aire fresco entre tanta hipótesis política que parece haber acaparado el protagonismo absoluto y desorbitado de los rotativos de los últimos meses.

Admitido que España atraviesa una difícil coyuntura social y política, sin embargo, y como bien dice Ortega, «cuando la política se entroniza en la conciencia y preside toda nuestra vida mental se convierte en un morbo gravísimo»....

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Felicidades por el artículo de Rafael Sánchez Ferlosio «Dos juras o si yo fuera mujer ... », del jueves 29 de enero. Es el mejor artículo de opinión publicado en EL PAÍS desde hace ya bastante tiempo.Es un soplo de aire fresco entre tanta hipótesis política que parece haber acaparado el protagonismo absoluto y desorbitado de los rotativos de los últimos meses.

Admitido que España atraviesa una difícil coyuntura social y política, sin embargo, y como bien dice Ortega, «cuando la política se entroniza en la conciencia y preside toda nuestra vida mental se convierte en un morbo gravísimo».

Sánchez Ferlosio plantea, de manera desenfadada e inteligente, un problema, una preocupación que está ahí viva en nuestras calles y en todo el mundo occidental: la integración de la mujer en sus diversas facetas, como individuo, en la sociedad contemporánea.

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Entiendo (aunque no forme parte de ninguno) y no menosprecio los esfuerzos de aquellos grupos dedicados a ayudar a la mujer, inmersa en la competitividad de un mundo donde la sobrevaloración de las conquistas públicas, hasta recientemente dominio exclusivo del hombre, es lo único valorable en la persona.

Entiendo también el porqué aquellas mujeres con más empuje e iniciativa se hayan lanzado a la lucha desenfrenada de los sexos, mientras que las más tímidas o las menos preparadas (como puede sucederle a Nancy Reagan) se hayan quedado relegadas al papel parasitario de espejo reflector de los éxitos de sus mandos.

Sin embargo, no entiendo por qué no podemos despojarnos de una vez por todas de esa superestructura artificial y arcaica que nos

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La mujer

Madrid.

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