Josep González, un químico, licenciado hace tres años, en una panadería de Barcelona

Josep González Oliveros, de veintiséis años de edad, se licenció hace tres años en Ciencias, especialidad de Química, por la Universidad Autónoma de Barcelona. Está casado y desde hace una semana es padre de dos mellizos varones. Durante cinco meses, de diciembre ole 1979 a abril de 1980, trabajó como químico en una importante empresa del ramo. Su oficio actual es el de panadero.«Terminé la carrera», explica, «mientras hacía el servicio militar. Busqué trabajo durante varios meses. Esporádicamente daba clases. Finalmente encontré trabajo como químico: una empresa -Productos Riva- quería montar...

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Josep González Oliveros, de veintiséis años de edad, se licenció hace tres años en Ciencias, especialidad de Química, por la Universidad Autónoma de Barcelona. Está casado y desde hace una semana es padre de dos mellizos varones. Durante cinco meses, de diciembre ole 1979 a abril de 1980, trabajó como químico en una importante empresa del ramo. Su oficio actual es el de panadero.«Terminé la carrera», explica, «mientras hacía el servicio militar. Busqué trabajo durante varios meses. Esporádicamente daba clases. Finalmente encontré trabajo como químico: una empresa -Productos Riva- quería montar, en unión de una firma holandesa, una factoría que produjese productos enriquecedores del pan».

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Panadero

Josep González viajó en dos ocasiones a Holanda, primero dos semanas y más tarde otra sernana. «Estudiamos», señala, «las técnicas que utilizaba Sonneveld y el tipo de productos que iría mejor al tipo de pan que se elabora en España. Llegamos a encontrar el producto adecuado, pero luego surgieron problemas de tipo financiero. Al parecer, la empresa española y la firma holandesa no se pusieron de acuerdo. Mi situación laboral se fue degradando. Estaba en un despacho de las ocho de la mañana a las cinco de la tarde sin hacer nada. El objetivo de mi trabajo me interesaba, pero era una situación angustiosa. Terminé por irme de la empresa. El sueldo que cobraba era, digamos, para subsistir. Mi compromiso con la empresa era de que éste se doblaría desde el mismo momento de iniciar la fabricación del producto. Pero este momento no llegaba. Me fui en abril de 1980 y según mis noticias aún no se ha iniciado la fabricación».

«Fue entonces cuando decidí hacerme panadero. Mi padre tiene una panadería. Siempre tuve la oportunidad de trabajar en el negocio, pero es evidente que yo prefería un trabajo de químico. Ahora ejerzo de panadero, aunque no sea en la forma tradicional que la gente pueda imaginar. De hecho dirijo el proceso de fabricación. Me levanto a las cinco de la mañana, que es cuando la fabricación está en su punto fuerte».

«¿Conseguir un trabajo como químico? No. No lo creo. Además ahora estoy muy familiarizado con este trabajo y ya me he hecho a la idea de seguir en él. Pero aunque no fuera así, es evidente que no hay esperanzas de encontrar trabajo como químico».

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