Tribuna:

Conversación con Gabo

Pasé por París García Márquez y apenas tuvimos tiempo para hablar de música, lo que siempre hacemos, pues Gabo es un melómano apasionado; se nos esfumó la hora comentando las recientes informaciones publicadas en la Prensa española e hispanoamericana que le atañen.Refiriéndose a la entrevista publicada por el diario panameño República, y parcialmente reproducida el martes 23 de septiembre en EL PAÍS, dice García Márquez que, en efecto, habló ampliamente con el que la firma, un enviado de un gran amigo suyo panameño que tiene gran respeto por las conversaciones privadas.

Pero esta...

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Pasé por París García Márquez y apenas tuvimos tiempo para hablar de música, lo que siempre hacemos, pues Gabo es un melómano apasionado; se nos esfumó la hora comentando las recientes informaciones publicadas en la Prensa española e hispanoamericana que le atañen.Refiriéndose a la entrevista publicada por el diario panameño República, y parcialmente reproducida el martes 23 de septiembre en EL PAÍS, dice García Márquez que, en efecto, habló ampliamente con el que la firma, un enviado de un gran amigo suyo panameño que tiene gran respeto por las conversaciones privadas.

Pero esta larga conversación, que no estaba prevista ni destinada para la Prensa, se convirtió en la más delirante, fantástica y mentirosa entrevista periodística que le hayan hecho: no hablaron de esos temas, y la reconsideración de no publicar novela alguna antes de que Pinochet deje de aplastar a los chilenos es demasiado grave, seria y delicada como para solventarla en una conversación informal. El título del libro, subraya García Márquez, hace tiempo que lo tengo decidido, y no es ningún secreto: «Crónica de una muerte anunciada».

Hablamos después de lo que sigue en el mismo artículo, la filmación de la adaptación cinematográfica de su obra Erendira.

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Es falso: el 13 de septiembre vencía el plazo del contrato firmado hace doce años entre García Márquez y la realizadora Margot Benacerraf para la adaptación. El abogado de Margot Benacerraf le indicó que si empezaba la filmación, aunque sólo fuera una escena, antes de esa fecha seguiría ella con los derechos. Por eso se rodaron en Madrid dos o tres tomas, más o menos cuidadas, para hacer constar que se habían cumplido las normas del contrato. Y se rodaron en España, aunque la acción de Erendira no tenga nada que ver con nuestro país, porque el contrato se había firmado en Barcelona, y que cualquier litigio tendrá que plantearse ante los tribunales españoles.

«Es una maniobra leguleya», dice García Márquez, «y no nos dejaremos maniobrar así; ahora bien, también comprendo que EL PAÍS no haya podido darse cuenta que al publicar esta reseña fue instrumento de una maniobra».La película de Erendira se rodará, pero la dírigirá el brasileño Rui Guerra. Comentamos la posible semejanza del libro de Torrente Ballester La saga-fuga de JIB y su Cien años de soledad, que para mí no existe Ballester en una entrevista publicada este verano en EL PAÍS.

Para García Márquez tampoco hay nada de esto. Incluso me quiere hacer creer que ambas novelas son contemporáneas. Le aseguro que La saga-fuga es Posterior, y le recuerdo lo que me había dicho sobre su abuela gallega, que le contaba por las noches leyendas de nuestra tierra.

Me explica García Márquez que su abuela le preparaba un jamón curado en sal que nunca volvió a encontrar en Colombia ni en España hasta que un día descubrió el lacón gallego. Por ello deduce que tal vez su abuela fuera gallega o hija de gallegos y, en efecto, le relataba historias maravillosas, leyendas extraordinarias y sobrenaturales.

«Me parece perfectamente normal», dice, «que estando el Caribe lleno de leyendas llevadas por los gallegos se produzca una literatura coincidente, llena de mundos mágicos y paralelos».

Por último, evocamos lo escrito en Diario 16 acerca de una eventual disputa entre Fidel Castro y él a raíz de sus artículos sobre la intervención cubana en Africa.

Sobre esto sólo me dijo García Márquez que ha mandado los recortes de ese tema a sus amigos cubanos, que se van a reír mucho de semejante estupidez.

Y así no pudimos hablar de la nueva versión del Don Juan, de Mozart, montada por Maurice Béjart en Ginebra.

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