Cartas al director

Una lengua inventada

Leo en EL PAÍS del 24 de julio un editorial sobre «el crimen de Soria», es decir, el atentado a la estética y la historia que representa empecinarse en la construcción de un puente supongo que, más o menos, por «donde traza el Duero su curva de ballesta». Me uno a la protesta, pero me pregunto por qué no protesta nadie, ni siquiera los partidos parlamentarios representantes de nuestras circunscripciones electorales, por el «crimen del País Valenciano», donde está a punto de consumarse un genocidio cultural: el de enseñar una «lengua» que lamentables chapuceros sin ninguna autoridad científica,...

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Leo en EL PAÍS del 24 de julio un editorial sobre «el crimen de Soria», es decir, el atentado a la estética y la historia que representa empecinarse en la construcción de un puente supongo que, más o menos, por «donde traza el Duero su curva de ballesta». Me uno a la protesta, pero me pregunto por qué no protesta nadie, ni siquiera los partidos parlamentarios representantes de nuestras circunscripciones electorales, por el «crimen del País Valenciano», donde está a punto de consumarse un genocidio cultural: el de enseñar una «lengua» que lamentables chapuceros sin ninguna autoridad científica, ni menos aún moral, se han sacado de la manga con el único objeto de diferenciarla del catalán. Lo único que tan impropia denominación acientífica -otra cosa es la denominación popular- podrá definir, si no se tratara, como se trata, de una torpe maniobra política, es la variante dialectal del catalán, a la cual llamamos corrientemente «valenciano». Es de señalar, por lo demás, que ni la «diferenciación » han conseguido suficientemente con el engendro perpetrado, el cual es de tal naturaleza que se niega a hacerlo suyo una autodenominada Academia de Cultura Valenciana en que se ha convertido el decimonónico Centro de Cultura Valenciana.No veo que haya protestado nadie por ese crimen. Ni la Real Academia, ni l´Institut d'Estudis Catalans, que tiene buenas razones para hacerlo, porque nunca sufre la parte sin que sufra el todo, ni, por solidaridad al menos, las academias del euskera y del galego. Habrá que estimularlas para que lo hagan, y tendremos que organizar también una protesta popular que, seguramente, será más efectiva.

El señor Abril Martorell y sus aláteres ¿valencianos?, como el señor Broseta, el señor Belenguer el señor Gámir, el señor Monsonís etcétera, impulsores de la ley ministerial que aplica el correspondiente decreto, han decidido publicarla en verano para ahorrarse la protesta de los estudiantes y universitarios. Son fechas en las que no pueden constituirse las comísiones establecidas, dadas las vacaciones, pero eso carece de interés para UCD, que promueve la lengua inventada porque lo que le interesa no es llegar a introducir su uso, síllo impedir con ese engendro inviable que se normalice el verdadero idioma de los valencianos. Quieren evitar que conozcan sus señas de identidad para que no lleguen a deducir cuál es la nacionalidad a la que pertenecen. / .

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