Las dos caras de una moneda

El 189 golpe militar en la historia independiente de Bolivia ha coincidido con el primer aniversario en Nicaragua de la llamada «revolución sandinista». Ambas efemérides están sirviendo para que las buenas conciencias del periodismo y la política destilen una avalancha inconmensurable de frases hechas, excomuniones estrictas y denuncias severísimas contra unos al lado de sublimes cantos a la libertad y al progreso social a favor de otros. (...)A veces da la impresión que estos apóstoles incansables creyesen sus propias mentiras, esto es, que un papel introducido en una caja por un indio analfa...

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El 189 golpe militar en la historia independiente de Bolivia ha coincidido con el primer aniversario en Nicaragua de la llamada «revolución sandinista». Ambas efemérides están sirviendo para que las buenas conciencias del periodismo y la política destilen una avalancha inconmensurable de frases hechas, excomuniones estrictas y denuncias severísimas contra unos al lado de sublimes cantos a la libertad y al progreso social a favor de otros. (...)A veces da la impresión que estos apóstoles incansables creyesen sus propias mentiras, esto es, que un papel introducido en una caja por un indio analfabeto de Bolivia que no sabe siquiera cuál es su país, constituye un irreprochable ejercicio democrático. Y que la construcción de escuelas y hospitales, industrias y regadíos es una simple bagatela indigna de ser tenida en cuenta, sobre todo, cuando se realiza al margen de Alianza para el Progreso y otras divertidas comedias de enredo.

En Bolivia, las fuerzas armadas, en efecto, han roto una legalidad que a trancas y barrancas conduciría al señor Siles Zuazo -cuyo apoyo popular, por cierto, ha brillado por su ausencia en las horas posteriores al golpe- a la presidencia y muy probablemente a uno de los candidatos presidenciales -el general Banzer- a la cárcel. Lo que el señor Siles y sus amigos -como el señor Quiroga Santacruz y otros dirigentes marxistas querían era revisar de un plumazo la historia mas reciente del país, facilitando el «encuentro entre los militares y los civiles», previa depuración de las fuerzas armadas. Se trataba, en suma, de pedir gentilmente a los oficiales bolivianos que fueran al tiempo verdugos y víctimas, para más tarde someterlos a un proceso de autodestrucción. Nadie con dos dedos de frente puede escandalizarse ante la reacci6n militar. Lo que resulta escandaloso es la ingenuidad pacata de los « revolucionarios » electos y el sofoco de sus padrinos occidentales. ( ... )

20 de julio

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