Entrevista:

"Los bandazos de la política norteamericana han desconcertado a nuestros aliados", según Reagan

«El problema de la inflación no tiene una solución fácil, aunque no es tan complicado como quieren hacernos creer. El responsable de la inflación es el Gobierno. La crea al gastar más de lo que recibe. Se ve obligado a emitir moneda, con el consiguiente aumento del circulante. En épocas pasadas, en las que seguiamos el patrón oro o plata, la cantidad de moneda que se podía emitir, era limitada, pero ahora unos pocos hombres deciden lo que tiene que emitirse y, en nuestro país, las cifras son bastante reveladoras. En 1940 había en circulación, en Estados Unidos, 63.000 millones de dólares; en 1...

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«El problema de la inflación no tiene una solución fácil, aunque no es tan complicado como quieren hacernos creer. El responsable de la inflación es el Gobierno. La crea al gastar más de lo que recibe. Se ve obligado a emitir moneda, con el consiguiente aumento del circulante. En épocas pasadas, en las que seguiamos el patrón oro o plata, la cantidad de moneda que se podía emitir, era limitada, pero ahora unos pocos hombres deciden lo que tiene que emitirse y, en nuestro país, las cifras son bastante reveladoras. En 1940 había en circulación, en Estados Unidos, 63.000 millones de dólares; en 1977 había 806.000 millones. Esto implica que hay más dinero para adquirir, aproximadamente, la cantidad de productos y servicios; esto significa sencillamente inflación». Así ve el candidato republicano, Ronald Reagan, uno de los principales problemas económicos de Estados Unidos. Su «receta» para el caso es sencilla: «Creo que la solución en nuestro país reside en una correcta nivelación del presupuesto del Estado: en no gastar más de lo que se recibe».Pregunta. ¿Cómo se puede logar esto? Si usted cree que el aumento de la burocracia es importante para...

Respuesta. Sí, en efecto, pero como gobernador del Estado de California tengo cierta experiencia en estas cuestiones. El Estado de California tiene el 10% del total de la población del país; si California fuera un país independiente sería la séptima potencia económica mundial. Tenemos una situación semejante: una Administración en crecimiento, con miles de nuevos funcionarios todos los años, gastando más de lo que recibía, incluso yendo contra la ley del Estado, ya que nosotros no tenemos capacidad para emitir moneda. Para empezar, hubo una congelación de plantilla, no reemplazando a los que se jubilaban o a los que dejaban el empleo por causas diversas; de esta manera se redujo el personal de la Administración del Estado. La solución está no en eliminar programas, sino en lograr una racionalización de sus gastos.

P. Los emigrantes mexicanos...

R. Pienso que están en una situación trágica. No estoy de acuerdo con los que opinan que los emigrantes ilegales quitan puestos de trabajo a los norteamericanos. Creo fundamentalmente que en la mayoría de los casos realizan unas tareas para las que sería difícil en contrar a gente. La causa primera es el alto nivel de desempleo existente en México. Creo que debería haber una mayor cooperación entre los dos países de lo que ha habido hasta ahora, para encontrar una fórmula de canalizar la emigración. Creo que debbríamos volver a estudiar un programa que llamábamos «programa de braceros», mediante el cual se les daba permiso para venir a trabajar a nuestro país de manera que no lo hicieran ilegalmente; se debería estudiar la forma de reimplantar ese sistema de permisos de trabajo, porque muchos de esos braceros podrían venir aquí.

P. ¿Estaría usted a favor de una convención constitucional?

R. La hemos enmendado muchas veces; ya hay veinte enmiendas. Tengo ciertos temores sobre una convención constitucional ... ; hay otras formas de hacerlo; el Congreso ve la necesidad de una enmienda, la aprueba, y posteriomente tiene que ser ratificada por, al menos, tres cuartas partes de los Estados antes de convertirse en ley; prefiero este método a la convención constitucional, porque en este caso no hay ningún límite; se pueden proponer todo tipo de enmiendas, e incluso podrían llegar a eliminarla si quisieran.

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P. ¿Cómo podría llegar a cambiarse de tal manera? ¿Se siente la necesidad de tal cambio?

R. No lo creo. Creo que algunas decisiones de los tribunales se han alejado peligrosamente de los principios fundamentales, y personalment,e pienso que nuestra Constitución es lo que hace muchos años dijo de ella un gran, hombre de Estado británico, Gladstone. Dijo que, quitando la Biblia, era probablemente lo más parecido a una obra inmortal que podría escribir el hombre.

P.¿Cree que se podría añadir algún otro punto?

R. Me gustaría que fuera revisada por el Legislativo, en especial algunas de las enmiendas. Por ejemplo, cuando se aprobó la enmienda que permitía al Gobierno cobrar impuestos sobre los ingresos del trabajo personal, a nadie le pa.reció necesario señalar un límite en la Constitución, de manera que, según la ley, el Gobierno podría llevarse todo lo que ganamos. Yo me inclinaría por una ley que impusiera un límite sobre el porcentaje de irripuestos que el Gobierno podría imponer a los ingresos del trabajo personal. Creo que esto sería una enmienda sensata. En estos momentos, el Congreso la está debatiendo. De igual manera, anteriormente nadie pensó en la necesidad de impedir al Gobierno la realización de gastos deficitarios. Me gustaría que se aprobase una enmienda que señalara que, igual que los Es,tados no pueden efectuar gastos superiores a sus ingresos, el Gobierno, federal no puede gastarse más de lo que recibe; eso acabaría con la inflación.

P. Hay una tendencia notable...

R. En efecto; no sé si esa etiqueta es la correcta; hemos usado con bastante libertad de los términos liberal y conservador, pero es cierto que ha hibido cierto cambio. En 1964, cuando Barry Goldwater se presentó a las elecciones presidenciales, más de tres cuartas partes de la gente de este país creía que todas las soíuciones a nuestros problemas vendrían de Washington. Veían la solución en un Gobiemo fuerte; no les preocupaba que creciera cada vez más y adquiriera más poder. En la actualidad, ni siquiera una tercera parte de la gente opina de esta forma. Ya hemos vis to en lo que acaban los programas de un Gobierno grande y fuerte. Jamás eliminan ningún programa ni siquiera los que resultan un fracaso absoluto; continúan gastando más y más dinero, como si el fallo estuviera en no haber gastado suficiente. Por eso creo que ha habido ciertamente un cambio; que la gente quiere volver a una política económica que no exija impuestos tan altos, que reduzca el coste de la Administración federal y que deje a la gente la libertad de ser ellos los que dirijan sus propios asuntos.

P. ¿Podría citar diferencias entre el Partido Republicano y el Partido Demócrata?

R. Sí, y lo curioso es que yo era al principio demócrata y cambié posteriormente, porque los partidos también cambiaron en realidad. En 1932, cuando Roosevelt fue elegido presidente, el programa del Partido Demócrata incluía la reducción del gasto del Gobierno federal en un 25%, la reducción de la plantilla del Gobierno, y devolver más poder a los Estados, a las municipalidades y al pueblo. Ese era entonces el programa democrático. Bueno, pues hoy es el del Partido Republicano. Los demócratas son los que quieren dar más poder al Gobierno central. El Partido Republicano desea volver al espíritu de la Constitución: desde los comienzos, el Gobierno federal tenía muy bien delimitadas sus funciones: se debía ocupar de la seguridad nacional, de la imposición de tarifas aduaneras, del poderío militar, etcétera, y del comercio internacional, pero se suponía que la ley quedaba en manos de los Estados y de las municipalidades, donde el Gobierno está próximo al pueblo. Era un sistema de federalismo, en el cual cincuenta Estados soberanos se unían en una federación. Yo creo que la gran diferencia está en que los demócratas quieren un Gobierno centralizado en Washington que de soluciones a todos los problemas, y que los republicanos desean volver a un federalismo con menos poder a nivel nacional, dejando la solución a muchos problemas en manos de la gente, sin esperar que todo venga del Gobierno.

P. ¿Considera usted que Nixon desempeña un papel importante en el Partido Republicano?

R. Creo que sólo la historia podrá decirlo. Me parece que ya ha reconocido cuál es su situación, que ya no tiene ningún papel que jugar; sin embargo, no creo que se pueda decir que jamás va a cambiar el juicio de su mandato; al considerar el asunto con la perspectiva de la historia puede que se cambie la apreciación.

P. ¿Cree que si hubiera salido usted designado ... ?

R. En otras palabras: ¿que si podría haber derrotado yo al presidente Carter? Creo que,sí. Y lo creo, no porque me considere superior al presidente Ford. Uno de los temas de la campaña que más dañó al presidente Ford fue el «watergate», y como yo, igual que Carter, era gobernador de un Estado y no habla formado parte del Gobierno de Washington, no me hubiera afectado el tema. Yo pienso que sin ese punto, Ford húbiera vencido.

P. Pasemos al plano internacional. ¿Qué opina ... ?

R. Me preocupa bastante. No parece que haya ninguna línea directriz, una política coherente; se está continuamente dando bandazos y nuestros aliados no saben casi nunca cuál es nuestra postura. Me ha decepcionado bastante lo que se ha hecho con la República de China, la ruptura del tratado con Formosa. Creo que no era necesaria. Podríamos haber mejorado las relaciones con China continental; todos estábamos de acuerdo y lo deseábamos. Pero, asimismo, toda la gente de este país, o la gran mayoría, no deseban hacerlo de una manera tan deshonrosa, rompiendo un tratado con un viejo amigo y aliado. Las demás naciones del mundo se preguntarán si pueden confiar en nosotros.

P. ¿Cree usted que debería cambiarse algún tratado?

R. Sí, pero debería hacerse mu-

"Los bandazos de la política norteamericana han desconcertado a nuestros aliados", según Reagan

tuamente. Deberíamos hablar francamente con el país en cuestión y preguntarle si sigue siendo, necesario el tratado o deberíamos dejarlo a decisión del Congreso.P.¿Qué opina de los acuerdos SALT?

R. Si los acuerdos SALT pretenden y logran finalmente reducir el armamento para que ninguno de los dos países tenga cierta ventaja que haga posible el comienzo de una guerra, entonces creo que hay que firmarlos. Sin embargo, lo que he podido saber por los negociadores no me permite mostrarme, muy optimista; el tratado probablemente va a permitir a la Unión Soviética fortalecerse; en ese caso, el acuerdo podría llevar a una guerra y no estoy, en absoluto, a favor de tal posiblidad.

P. Nuevas relaciones con China..., además, la situación con Taiwan...

R. Creo que siempre es posible, mejorar las relaciones con cualquier país. No estoy muy seguro de que todas estas promesas de normalización vayan a convertirse en realidad. Los comerciantes e industriales están soñando con vender un Ford o un Chevrolet a cadia chino, pero no creo qué eso vaya,a ocurrir jamás.

P. En relación con este tema., ¿cree que el siguiente paso será Cuba?

R. Francamente, creo que a Cuba le queda mucho por hacer antes de normalizar las relaciones, si creemos todo lo que dice el presidente Carter sobre los derechos humanos. Hay que reconocer que en Cuba no existen los derechos humanos. Violan lo que, al mencis para nosotros, son derechos humanos, y además se ha convertido en una base -militar de la Unión Soviética con submarinos soviéticos, cazas Mig, bombarderos, etcétera. Me gustaría creer que Castro estaría dispuesto a decir a las fuerzas militares soviéticas que regresaran a su país; que los refugiados cubanos podrían viajar libremente a visitar a sus familiares. Entonces podríamos hablar de normalizar las relaciones con Cuba, pero no me parece posible ahora, con Castro insultándonos continuamente y expresando su enemistad.

P. Creo... que estaría dispuesto...

R. Sí, pero con sus condiciones. Me parece que soltar a unos centenares de prisioneros no es mucho si se considera el número probable cle unos 20.000 que continúan en prisión.

P. ¿Cree que la situación en Irán ... ?

R. Creo que lo que está sucediendo allí es desastroso, no sólo para nosotros, sino para todo el mundo occidental. Irán constituye una de las mayores fronteras con la Unión Soviética, la segunda en extensión; además, los rusos, desde los tiempos de Pedro el Grande, mucho antes de los comunistas, han soñado con llegar al océano Indico. Si el próximo Gobierno es prosoviético y antioccidental, todo el petróleo que sale hacia Occidente del golfo Pérsico va a estar literalmente en manos de Rusia. Creo que es una tragedia.

P. Cree que es un gran error...

R. En los últimos años hemos hecho casi imposible el funcionamiento de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), o del Departamento de Investigación Federal (FBI); no les hemos facilitado la labor de investigación para que nos pudieran mantener informados y anticipar los acontecimientos. Les atamos las manos por temor a que invadieran nuestra intimidad, y creo ciue este i)aís, que necesita enestos momentos el contraespionaje más que nunca, va a ciegas. No disponemos de la información necesaria.

P. En Europa, en Francia, España, Italia ... ¿Cree que la Europa meridional ... ?

R. Pienso que se dan perfecta cuenta de que no les podriamos considerar aliados de la OTAN con Gobiernos alineados más o menos ideológiamente con la Unión Soviética, y creo que deberíamos decirles por adelantado que, en tal caso, no podríamos tener la misma cooperación que teníamos hasta entonces.

P. ¿Qué opina del eurocomunismo?

R. No creo en realidad que eurocomunismo quiera decir que, caso de una confrontación con la Unión Soviética, no se mostrarían fieles a ésta. Creo que los eurocomunistas actuarían como comunistas puros.

P. Usted cree que el eurocomunismo es simplenrente una táctica.

R. Pienso que puede tener ciertos fundamentos políticos; quieren poder decir a sus propios conciudadanos que les voten porque no tienen ningún compromiso con otro país: somos italianos, españoles, franceses, etcétera. Tiene una finalidad política y estoy seguro de que son independientes en cierto grado, pero no pueden dejar de sentir que, una vez que llegen al poder, su aliado natural sería la Unión Soviética, no Occidente.

P. Centrémonos en España.¿Cuál es su opinión del general Franco.

R. A mí, como a cualquier norteamericano, no me caen simpáticas las dictaduras. Por otro lado, creo que se le ha tratado injustamente; dirigió a España en un período difícil que podría haber desembocado en algo semejante a lo que hoy contemplamos en Irán, por ejemplo. Ahora bien, si debería haber cambiado y haberse embarcado camino de la democracia al cabo de cierto tiempo, eso es algo que corresponde juzgar a los españoles. Hablé con él durante un viaje que hice en 1972 -inciden talmente, me encantó España, pasé unos días muy agrables-, y también conocí al actual Rey. En realidad, me gustaría que hubiera mayores lazos entre España y Estados Unidos; creo que se debería invitar a España a ingresar en la OTAN, aunque no sé si están interesados o no.

P. ¿Cree que es importante?

R. España puede jugar un papel muy importante en el mundo occidental.

P. En España, las bases militares norteamericanas son bastante criticadas. El tema de la OTAN dependerá probablemente ...

R. La decisión debe tomarla España, pero yo opino que se le debería invitar a ingresar en la organización.

P. ¿Cómo es que en este pais no hay un partido de los trabajadores?

R. Creo que se debe a que el Partido Demócrata ocupa ese espacio. La jerarquía sindical, de los trabajadores organizados, se ha alineado con el Partido Demócrata, lo apoyan con todas sus fuerzas y confian en él en lo que concierne a las decisiones y a la legislación en favor de los trabajadores.P. ¿Hay posibilidades de crear, un partido de los trabajadores..., a la izquierda del Partido Demócrata?

R. Creo que el sistema bipartidista ha sido uno de nuestros puntos fuertes. Creo que se está aproximando un cambio, que se va a dar una redistribución de posiciones; algunos demócratas van a encontrarse en línea con los republicanos, y vicerversa, es decir, republicanos liberales que podrían... Ahora bien, no sé si se trata solamente de un trasvase de militantes o de si los dos partidos van a cambiar de nombre y de ideología de manera oficial. Creo que esta redistribución es inevitable. Tuvimos un buen ejemplo en las elecciones de 1972, cuando el senador McGovern, por primera vez en la historia del Partido Demócrata, expresó abiertamente cuál era su verdadera ideología, sin partidismos, y millones de demócratas dieron sus votos al Partido Republicano.

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