CASTILLA-LA MANCHA

El convento de San Pablo, de Cuenca, en peligro de ruina

Un noble edificio del siglo XVI, hoy prácticamente abandonado puede ser salvado de su definitiva destrucción, si se acepta la propuesta hecha a su favor como sede del rectorado de la futura universidad castellano-manchega. El ex convento de San Pablo, en Cuenca, se encuentra cerrado desde que en 1974 lo dejaron sus últimos ocupantes, los padres paúles. Las puertas de la iglesia se abren solamente en ocasiones excepcionales, durante los conciertos de la Semana de Música Religiosa o algún esporádico acontecimiento similar. El resto del año, un progresivo deterioro se va apoderando del edificio....

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Un noble edificio del siglo XVI, hoy prácticamente abandonado puede ser salvado de su definitiva destrucción, si se acepta la propuesta hecha a su favor como sede del rectorado de la futura universidad castellano-manchega. El ex convento de San Pablo, en Cuenca, se encuentra cerrado desde que en 1974 lo dejaron sus últimos ocupantes, los padres paúles. Las puertas de la iglesia se abren solamente en ocasiones excepcionales, durante los conciertos de la Semana de Música Religiosa o algún esporádico acontecimiento similar. El resto del año, un progresivo deterioro se va apoderando del edificio.

El convento comenzó a construirse en el año 1523, por iniciativa particular del canónigo Juan del Pozo, a quien se debe también el puente que comunica el edificio con el resto de la ciudad, y que si bien originariamente era de piedra, fue derruido, por mal estado, a comienzos del presente siglo, siendo sustituido por otro de hierro.El edificio conventual se alza en un espectacular farallón rocoso que ocupa totalmente, de forma que las paredes del convento se prolongan sobre la roca, al borde de la hoz del Huécar y casi frente a las casas colgadas. La obra se desarrolló rápidamente y de toda ella tiene especial mérito la iglesia, de estilo gótico decadente, si bien la portada, de inferior calidad según los entendidos, corresponde a época posterior.

En una de las capillas, denominada de la Inquisición, trabajó el famoso tribunal represivo, que aquí celebró varios sonados procesos. Aparte esta actividad, el convento fue ocupado, desde sus primeros tiempos, por los dominicos, durante un par de siglos; luego fue colegio de niños pobres y seminario, hasta que a principios del siglo actual fue destinado a la comunidad de paúles. Estos últimos introdujeron diversas reformas en el edificio conventual, pero sin afectar a la iglesia, aunque ésta se ha visto despojada, a lo largo de los años y a través de diversos avatares bélicos, de las obras de arte: que contenía.

Desde la marcha de los paúles, el convento de San Pablo ha estado prácticamente abandonado. El templo, dotado de excelentes condiciones acústicas, es habilitado durante la Semana Santa de cada año para la realización de dos o tres conciertos, actividad que se repite en muy raras ocasiones, como, recientemente, con ocasión de un encuentro de polifonía juvenil o, más raramente aún, por otros motivos, como la boda del cantante José Luis Perales.

La estructura del edificio parece estar en buenas condiciones, aunque su interior necesita costosos trabajos, cualquiera que fuera el destino que se le quisiera dar. Su propietario, el obispado de Cuenca, carece de los medios precisos para llevar a cabo esta restauración y, por otro lado, tampoco existe una finalidad religiosa a la que destinar el convento. Un viejo proyecto de acondicionarlo para hotel o parador de turismo no prosperó, tanto por lo cuantioso de la inversión como por ser un destino no bien visto en los responsables de la iglesia local, que estarían dispuestos a ceder el edificio para una actividad cultural.

En este terreno cobra fuerza la posibilidad de que en San Pablo se ubique el rectorado de la universidad castellano-manchega, si la correspondiente proposición de ley que facilitaría su creación sale adelante en las Cortes. El nuevo ente universitario que se propone responde a características muy complejas, de acuerdo con el mismo espíritu inestable que inspira la propia región preautonómica; se habla de crear, al menos, dos campus en otras tantas ciudades, pero, evidentemente, la sede del rectorado debe estar situada en un lugar solamente.

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Las gestiones realizadas en este sentido por el alcalde de Cuenca, Andrés Moya, permiten asegurar que el Ministerio de Cultura estaría dispuesto a proceder a la reslón del ex convento, siempre que se garantice una utilización específica del edificio, actualmente cerrado y sin vigilancia y víctima propicia para cualquier atentado, como ya ocurrió el año pasado, cuando un individuo, con las facultades mentales alteradas, penetró en él y causó daños de alguna consideración.

La salvación de este verdadero monumento arquitectónico aparece así íntimamente ligada al establecimiento de la universidad castellano-manchega.

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