El Supremo confirma una sentencia contra el duque de Tovar por injurias al Rey

La Sala Segunda del Tribunal Supremo ha desestimado el recurso interpuesto por Alfonso de Figueroa y Melgar, duque de Tovar, contra una sentencia de la Audiencia Provincial de Guadalajara, que le condenaba a un año de prisión y dos meses y un día de arresto, así como a una multa de 10.000 pesetas, como autor de un delito de injurias al jefe del Estado y otro de propaganda ilegal.Según la sentencia, el 1 de abril de 1978 se celebró en un teatro de Guadalajara un llamado «acto de afirmación nacional», en conmemoración del Día de la Vicotria, cuyos organizadores fueron Falange Española, Fuerza Nu...

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La Sala Segunda del Tribunal Supremo ha desestimado el recurso interpuesto por Alfonso de Figueroa y Melgar, duque de Tovar, contra una sentencia de la Audiencia Provincial de Guadalajara, que le condenaba a un año de prisión y dos meses y un día de arresto, así como a una multa de 10.000 pesetas, como autor de un delito de injurias al jefe del Estado y otro de propaganda ilegal.Según la sentencia, el 1 de abril de 1978 se celebró en un teatro de Guadalajara un llamado «acto de afirmación nacional», en conmemoración del Día de la Vicotria, cuyos organizadores fueron Falange Española, Fuerza Nueva y la Confederación de Ex Combatientes.

Intervino, entre otros, el duque de Tovar, quien, en un contexto de violencia, pronunció una arenga, que contenía frases despectivas para la monarquía parlamentaria y contra políticos de izquierda y de derecha, además de ironías contra el Rey.

El orador propugnó la implantación del llamado «Estado azul» por la fuerza, para terminar con la democracia inorgánica, y concluyó con un llamamiento a la lucha armada, como había hecho varias veces ya durante su intervención.

La sentencia del Supremo razona en los considerandos de la misma sobre las frases pronunciadas por el duque de Tovar, que son «de indudable menosprecio y agravio al Rey, que, según la Constitución española, es el jefe de¡ Estado, símbolo de su unidad y su permanencia, y el señor Figueroa redundó en menoscabo de su prestigio y del acendrado respeto que por su alta dignidad le es debido».

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