Tribuna:TRIBUNA LIBRE

Los militares de la República, en el olvido

Ayer, día 13 celebramos la asamblea anual de Fraternidad de Militares del Ejército de la República, y quiero, antes de esa fecha, a resultas de lo que se pueda acordar en la citada asamblea, salir al paso de numerosas manifestaciones en las que, como casi siempre, se culpa a la institución que son las Fuerzas Armadas de las posibles injusticias que se están cometiendo (desde nuestro punto de vista) con los militares del Ejército de la República, que en su gran mayoría no hicieron otra cosa que defender a España y unos ideales legítimos, que nadie puede discutir y mucho menos ahora, en la que t...

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Ayer, día 13 celebramos la asamblea anual de Fraternidad de Militares del Ejército de la República, y quiero, antes de esa fecha, a resultas de lo que se pueda acordar en la citada asamblea, salir al paso de numerosas manifestaciones en las que, como casi siempre, se culpa a la institución que son las Fuerzas Armadas de las posibles injusticias que se están cometiendo (desde nuestro punto de vista) con los militares del Ejército de la República, que en su gran mayoría no hicieron otra cosa que defender a España y unos ideales legítimos, que nadie puede discutir y mucho menos ahora, en la que todos los españoles «parece» que están empeñados en que exista una auténtica reconciliación que para nosotros no podrá existir hasta que se haga justicia con nuestras aspiraciones.Es obvio que nosotros estamos encantados con que se hayan reconocido los derechos a todos los funcionarios del Ministerio de la Gobernación, que deben sus cargos a nombramientos efectuados por el Gobierno de la República durante los años 1936 a 1939. Estimamos que se ha hecho un acto de justicia reconociendo la antigüedad y devengos de toda clase de funcionarios, con nombramientos habidos en el Boletín Oficial durante esa misma fecha. Nos parece justísimo que a todos los ex ministros de la República, algunos de ellos nombrados también en esa misma fecha, se les hayan reconocidos sus derechos pasivos y su condición de ex ministros del Estado español.

¿Cómo alguien puede estar conforme con que a los únicos que de manera fehaciente no hicieron otra cosa que luchar defendiendo el Gobierno legítimo de aquella época, sin otra mira que pensar en el bienestar de España, unos hombres que ni intrigaron, ni denunciaron, ni buscaron puestos cómodos en la retaguardia, sean precisamente los discriminados?

No quiero referirme a ninguna de las leyes dictadas desde la instauración de la «democracia» ni de las cortapisas que se nos ponen, pues hay un derecho natural que está por encima de cualquier disposición. Este derecho es el sentido común, este derecho es la necesidad ineludible que tenemos unos españoles que somos y hemos sido los que de verdad queremos que haya una auténtica reconciliación.

Entre otras muchas anécdotas que pudiera referir, de la cual pueden dar fe algunos combatientes del Ejército nacionalista, está el rendir honores a las fuerzas republicanas que defendieron, por ejemplo, la posición «el Mazuco», en Asturias, posición que estuvo cuatro días cambiando de manos y que al tomarla definitivamente las tropas del general Franco no quedó un solo combatiente vivo. ¿Quién puede olvidar esos combates aéreos entre los «ases» de la aviación republicana y de la aviación nacionalista en la que, al terminar, cualquiera que fuera el vencedor, saludaba con todo respeto al caído?

Don Manuel Azaña, en un discurso pronunciado durante la guerra civil en Madrid dijo: «Lo único que merece la pena defender de este desastre es la actitud y la hombría de los que combaten en el frente». En 1937, en una entrevista del general Franco concedida a un periodista extranjero, manifestó aquél: «La mejor infantería del mundo es la del Ejército nacional, y la segunda, la del Ejército repúblicano que tenemos enfrente».

Tengo el convencimiento de que los jefes del Ejército que ganaron la guerra no tienen ningún rencor a los que estuvimos en el frente, como nosotros no se lo guardamos a ellos, y si no se ha llegado a una solución justa y equitativa con los militares del Ejército de la República y cuyos nombramientos aparecieron en el BOE no es culpa de los militares que haciendo la guerra en el Ejército de Franco continúan todavía en activo; y es por esto por lo que me atrevo a dirigirme al Ejército español solicitando que sean ellos los que decidan y no se busquen pretextos por personas interesadas, que nada han tenido que ver en la lucha leal que sostuvimos de trinchera a trinchera, y que esperamos que para bien de España no vuelva a suceder.

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Mientras no se tomen las disposiciones pertinentes para saldar esta injusticia, no habrá una auténtica reconciliación, pues tanto nosotros como nuestros hijos y nietos considerarán que es una reconciliación falsa, cargando con una responsabilidad moral al Ejército, que, repito una vez más, estoy convencido no es el que pone dificultades para la solución del problema.

Quiero agradecer desde aquí las gestión de toda índole que están haciendo a favor de una solución justa diputados y senadores de todas las tendencias, y muy especialmente mis queridos amigos Joaquín Satrústegui, José Prat, Alberto Ballarín y un largo etcétera, que sé tienen verdadero interés en que se haga justicia a este grupo de jefes y oficiales, por cierto cada vez más reducido, pues la escala está bajando con toda rapidez, ya que son muchos los años transcurridos, y cuanto más se tarde más difícil será la solución, dejando abiertas heridas muy difíciles de cicatrizar.

Eduardo Prada Manso es presidente de Acción Republicana Democrática Española (ARDE) y fue capitán del Ejército de la República.

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