Arabia Saudí expulsa al embajador británico en Riad

Cuando parecía que la tormenta había amainado y que los saudíes se habían contentado con las explicaciones dadas por el Gobierno británico, las autoridades de Arabia Saudí han decidido la expulsión del embajador británico en Riad, como represalia por la exhibición de una película en televisión considerada ofensiva para el Islam.La decisión saudí fue anunciada ayer en la capital árabe tras una reunión del Gobierno, de cuatro horas, que llegó a la conclusión de que «en las actuales circunstancias no era necesaria la presencia de un embajador británico en Arabia».

La tormenta, que ha c...

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Cuando parecía que la tormenta había amainado y que los saudíes se habían contentado con las explicaciones dadas por el Gobierno británico, las autoridades de Arabia Saudí han decidido la expulsión del embajador británico en Riad, como represalia por la exhibición de una película en televisión considerada ofensiva para el Islam.La decisión saudí fue anunciada ayer en la capital árabe tras una reunión del Gobierno, de cuatro horas, que llegó a la conclusión de que «en las actuales circunstancias no era necesaria la presencia de un embajador británico en Arabia».

La tormenta, que ha colocado las relaciones entre los dos países en su nivel más bajo desde la invasión británica de Suez en 1956, se inició hace dos semanas con la proyección en la cadena independiente de televisión, ITV, de un documental escenificado con el título de Muerte de una princesa. En él se narraba la ejecución pública de una princesa de la familia real saudí y de su amante, considerados culpables de adulterio, en un aparcamiento público de Jeddah en 1977.

Los saudíes trataron de ejercer toda clase de presiones cerca del Gobierno británico para evitar el pase de la película, pero, a pesar de las gestiones realizadas por el Foreign Office, ITV decidió seguir adelante con la proyección. La cadena sólo consintió en preceder la proyección con un aviso de que «de acuerdo con la ley coránica, la justicia se aplicaba a todos por igual».

El prefacio no satisfizo a los saudíes que, al día siguiente, amenazaron con suspender relaciones con Gran Bretaña.

El secretario del Foreign Office, lord Carrington, envió un mensaje personal al rey Jaled, en el que se lamentaba de la proyección del documental, y añadía que el Gobierno británico no podía ejercer ningún control sobre la programación de las cadenas de la televisión del Reino Unido.

Contrariamente a lo que se pueda pensar, la irritación de los saudíes no proviene de la exhibición de una ejecución por adulterio, aunque se trate de un miembro de la familia reinante. El fusilamiento de la princesa Misha'al y de su amante fue noticia ampliamente difundida en su día.

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Lo que molestó a los saudíes fueron los ataques incluidos en el diálogo sobre la justicia coránica, y la teocracia reinante en el país, que consideraron como altamente ofensivos para el Islam. La irritación y el malestar han constituido denominador común en los círculos islámicos de la capital británica, hasta tal punto que el consejo pan islámico ha decidido llevar a la ITV a los tribunales, por falta de respeto hacia una religión y una forma de vida.

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