Cartas al director

Ortega no volvió a la universidad

En el artículo que publica en EL PAIS de ayer, 16 de febrero, mi buen amigo Francisco Giral dice: «En aquella década de los cincuenta, en que desaparece ejemplarmente Ortega, tras su ensayo de reintegrarse a la vida universitaria...» Ese posesivo su pudiera dar al lector la falsa impresión de que mi padre intentó o incluso llegó a reanudar su actividad universitaria. No, no lo intentó nunca, a pesar de la noble insistencia con la que le invitaba a hacerlo el en tonces rector de la Complutense, mi admirado Pedro Laín Entralgo. Es más: justamente para sustituir de algún modo su actividad ...

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En el artículo que publica en EL PAIS de ayer, 16 de febrero, mi buen amigo Francisco Giral dice: «En aquella década de los cincuenta, en que desaparece ejemplarmente Ortega, tras su ensayo de reintegrarse a la vida universitaria...» Ese posesivo su pudiera dar al lector la falsa impresión de que mi padre intentó o incluso llegó a reanudar su actividad universitaria. No, no lo intentó nunca, a pesar de la noble insistencia con la que le invitaba a hacerlo el en tonces rector de la Complutense, mi admirado Pedro Laín Entralgo. Es más: justamente para sustituir de algún modo su actividad docen te creó mi padre un «Instituto de Humanidades», menesteroso en medios y peregrino de sede, donde dio varios cursos y seminarios que tuvieron cierta resonancia.Aclarado esto, quiero animar a los lectores de EL PAIS a que sigan con atención las meditaciones universitarlas del profesor Giral, cuya experiencia docente, desde ambas orillas del Atlántico, le confiere una especial autoridad.

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