La diplomáticos españoles negocian el desalojo de la cancillería de Perú

Una vez descartada la intervención policial para desalojar a los seis huelguistas de teléfonos que permanecen en la embajada española en Lima, los diplomáticos españoles están, intentando negociar con ellos para que desalojen el edificio.Ayer, uno de los -diplomáticos que permanecen en la embajada aseguró que por un momento los huelguistas estuvieron a punto de ceder y abandonar la embajada, pero después reconsideraron su postura y decidieron permanecer en su interior.

El propio clima reinante dentro del edificio, de total distensión, según los diplomáticos españoles, favorece la espera...

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Una vez descartada la intervención policial para desalojar a los seis huelguistas de teléfonos que permanecen en la embajada española en Lima, los diplomáticos españoles están, intentando negociar con ellos para que desalojen el edificio.Ayer, uno de los -diplomáticos que permanecen en la embajada aseguró que por un momento los huelguistas estuvieron a punto de ceder y abandonar la embajada, pero después reconsideraron su postura y decidieron permanecer en su interior.

El propio clima reinante dentro del edificio, de total distensión, según los diplomáticos españoles, favorece la esperanza de que la desocupación. se lleve a cabo en breve.

Antes de que los diplomáticos españoles comenzasen sus negociaciones, los seis huelguistas, cuatro mujeres y dos hombres, fueron visitados por el juez instructor de la capital, quien les notificó que de no de poner su actitud serían juzgados.

Los otros cuatro ocupantes que abandonaron la embajada, tras ser persuadidos por un general de la Guardia Civil peruana, recibieron salvoconductos garantizando que no habían ocasionado destrozos ni daños a personas mientras permanecieron en la sede diplomática. Los cuatro hombres abandonaron el lugar en el automóvil del encargado de negocios español.

El hecho determinante para conseguir que no se llevase a cabo un desalojo por la policía fue el avanzado estado de gestación de una de las ocupantes, corriéndose el peligro de que la mujer y su hijo pudieran sufrir daños si la policía empleaba la dureza en el desalojo. De todas formas, el sindicato de telefonistas comunicó que tenía apostados cerca de la embajada española varios piquetes de ayuda a sus compañeros por si llegaba a intervenir la policía.

A partir de ahora, la solución del caso de nuestra embajada en Perú es cuestión de paciencia y de negociaciones, llevadas personalmente por el embajador José Ignacio Tena, que llegó en la madrugada de ayer a Lima, procedente de Madrid. Al parecer, el encargado de negocios, Javier Mateos, llevó el peso de las negociaciones con los huelguistas al principio.

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Por otra parte, la Guardia Civil peruana rechaza todo tipo de politización en sus filas y seudoreivindicaciones que tratan de romper la unidad institucional, según opinión del director de instrucción del cuerpo, Ernesto Aguilar, que criticó la posición de seiscientos guardias en la localidad de Cuzco, que el pasado martes se negaron a prestar servicio.

La negativa de los guardias fue calificada de «ilegal», y ocurrió en una zona que ha sido declarada en estado de emergencia con implantación del toque de queda.

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