Este invierno el Támesis, puede provocar la mayor inundación conocida en Londres

Si las condiciones meteorológicas se presentan adversas, Londres tendrá que enfrentarse este invierno a las inundaciones más devastadoras de su historia, como consecuencia del desbordamiento del río más famoso de las islas Británicas: el «padre Támesis».

La amenaza de desbordamiento del Támesis no es nueva y ha causado serios desastres en la historia reciente de Inglaterra. En 1928, la zona central de Londres fue cubierta por las aguas, registrándose catorce muertos. En 1953, las inundaciones del estuario del Támesis produjeron la escalofriante cifra de trescientas víctimas.La causa de ...

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Si las condiciones meteorológicas se presentan adversas, Londres tendrá que enfrentarse este invierno a las inundaciones más devastadoras de su historia, como consecuencia del desbordamiento del río más famoso de las islas Británicas: el «padre Támesis».

La amenaza de desbordamiento del Támesis no es nueva y ha causado serios desastres en la historia reciente de Inglaterra. En 1928, la zona central de Londres fue cubierta por las aguas, registrándose catorce muertos. En 1953, las inundaciones del estuario del Támesis produjeron la escalofriante cifra de trescientas víctimas.La causa de estas inundaciones hay que encontrarla en el progresivo hundimiento de Londres, que reposa en un débil lecho de arcilla, como consecuencia de la elevación de la costa norte de Escocia, a un ritmo de 33 centímetros por siglo. El pasado año, la catástrofe estuvo a punto de producirse cuando una de las mareas llegó sólo a veinticinco centímetros del nivel crítico de desbordamiento.

Los expertos consideran que las condiciones meteorológicas previstas para este invierno -el peligro real se produce entre noviembre y abril- son peores, en teoría, que las del año pasado, y las autoridades han redoblado los esfuerzos para conseguir que la población tome conciencia del riesgo.

Según los estudios realizados, un desbordamiento del Támesis anegaría una zona de 45 millas cuadradas (unos 72 kilómetros cuadrados) y afectaría a una población estimada en un millón de personas. Al mismo tiempo se calcula que unos 250.000 edificios, quedarían destruidos total o parcialmente.

Para cortar de una vez para siempre el peligro, las autoridades británicas iniciaron a principios de los setenta un ambicioso plan, consistente en el reforzamiento y elevación de los muros del río, a la vez que se comenzaba la construcción de una gigantesca barrera, destinada a «cortar» las mareas altas del Támesis antes de su llegada a Londres.

La construcción de la barrera, una de las obras de ingeniería más ambiciosas del mundo, fue iniciada en Woolich, al sur de Londres, en 1974; pero, debido a los escasos presupuestos y al encarecimiento de los costes de producción, su terminación no está prevista hasta diciembre de 1982. Hasta esa fecha los londinenses se despertarán cada día de invierno con la psicosis de una posible inundación.

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El coste de la monumental obra de ingeniería se ha duplicado desde su iniciación, hasta alcanza un total de 426 millones de libras (unos 600.000 millones de pesetas), de los que un 70% es cubierto por diversos departamentos ministeriales, y el resto, por el Area Metropolitana del Gran Londres.

La barrera tiene una longitud de orilla a orilla de 520 metros y en estos momentos se ha completado la construcción de sus dos terceras partes. Consta de cinco gigantescos pivotes de hormigón anclados en el lecho del río, con una separación o luz de 61 metros cada uno. Entre ellos, y enterrados en el fondo, se encuentran unos discos monumentales de acero de veinte metros de altura y con un peso cada uno de 3.300 toneladas. Los discos se elevan, en caso de peligro, hasta taponar los ojos de luz entre los pivotes, deteniendo la ascensión de la marea. La operación de elevar los discos dura exactamente treinta minutos.

Al mismo tiempo, cuadrillas de obreros especializados trabajan día y noche en la labor de reforzamiento de las defensas del río a lo largo de siete millas (unos once kilómetros) al sur de la barrera.

Pero hasta 1982 la única forma de evitar una catástrofe reside en conseguir que la población se mentalice y siga al pie de la letra las instrucciones de las autoridades, que se repiten machaconamente desde noviembre en todos los medios de comunicación y por medio de envíos postales a las casas por parte de los ayuntamientos locales.

Unas cuatro horas antes del comienzo de la inundación, todas las emisoras de radio y televisión locales comenzarán a transmitir boletines, mientras que anuncios con instrucciones previamente impresos son colocados en las estaciones de metro y ferrocarril.

Una hora antes de que la marea llegue a Londres, sirenas especiales comenzarán a sonar en todas las zonas cercanas al río, emitiendo pitidos de treinta segundos con intervalos de quince.

Si el peligro de inundación se produce durante el día, el consejo a la población es que desaloje inmediatamente sus puestos de trabajo y marche a sus casas. Si, por el contrario, es por la noche o a primeras horas de la mañana, el mensaje será que permanezcan en sus domicilios atentos a las instrucciones.

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