Felipe González confía en que el Gobierno cumpla las promesas sobre la autonomía andaluza

El secretario general del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Felipe González, aprovechó ayer su presencia en el II Congreso de la Federación Socialista de Andalucía para expresar su confianza en que el Gobierno cumpla los compromisos adquiridos respecto al calendario de la autonomía andaluza. Pero, a renglón seguido, advirtió contra el riesgo de confiar en que la conquista del poder en una región o nacionalidad sea suficiente para combatir a un capitalismo que no está por parcelarse, sino que traspasa las fronteras nacionales. También ofreció no mostrarse beligerante con el PCE en el te...

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El secretario general del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Felipe González, aprovechó ayer su presencia en el II Congreso de la Federación Socialista de Andalucía para expresar su confianza en que el Gobierno cumpla los compromisos adquiridos respecto al calendario de la autonomía andaluza. Pero, a renglón seguido, advirtió contra el riesgo de confiar en que la conquista del poder en una región o nacionalidad sea suficiente para combatir a un capitalismo que no está por parcelarse, sino que traspasa las fronteras nacionales. También ofreció no mostrarse beligerante con el PCE en el tema del Estatuto de los Trabajadores, siempre que cesen los ataques comunistas a los socialistas.

La presencia de Felipe González fue acogida con muchos aplausos por el Congreso de la Federación Socialista Andaluza, para quien la figura del líder del partido está por encima de las posibles divisiones internas. Felipe González, que habló a los congresistas durante la sesión inaugural, comenzó con una breve referencia al «crítico momento que atraviesa Andalucía», y un llamamiento a la unidad del partido, así como a resaltar el valor de la solidaridad. Afirmó después que confiaba en las promesas del Gobierno sobre la autonomía andaluza, y dijo que si alguien rompía, el pacto, la responsabilidad no sería de los socialistas. Seguidamente, abandonó el plano regional para abordar el problema de las autonomías desde la perspectiva de todo el Estado.En este sentido, Felipe González dijo que el capitalismo no tiene intención alguna de dividirse por regiones o nacionalidades; antes al contrario, salta las fronteras nacionales y se convierte en multinacional, por lo que no tendría sentido combatirle simplemente con una parcelación de la respuesta de los trabajadores.

«Podemos conquistar el poder en una región o nacionalidad, pero si no somos capaces de lograr el poder estatal no habremos ganado la batalla a la derecha, que está tratando de desviar la lucha de la izquierda exclusivamente a las parcelas locales.» Afirmó que el poder del Estado es clave para la defensa de la clase trabajadora, y aludió a las criticas recibidas por él y por Alfonso Guerra tras haberse referido a la necesidad de «racionalizar» el proceso autonómico. «Frente a la racionalidad no hay nada más que la irracionalidad », afirmó el secretario general del PSOE.

Fascismo, versus terrorismo

Advirtió después al Gobierno que si no acaba con la ocupación de las calles por elementos fascistas no tendrá credibilidad alguna a la hora de combatir el terrorismo, «porque si no hace lo fácil, menos capaz será de hacer lo difícil», e incluso aventuró la posibilidad de que al Gobierno le interese la violencia fascista para «amenazar perpetuamente con ella».Dijo, a continuación, que la democracia no implica sólo derechos, sino obligaciones, y que el Estado no puede convertirse en el padre de todos, sino que los ciudadanos, organizados, tienen que conquistar sus propios derechos. «Y veo que esta democracia está demasiado escorada hacia los derechos, no concebimos la democracia como un asunto colectivo. Y tengo que añadir que si en España hay un Gobierno de derechas es porque el pueblo así lo ha querido, y esto hay que asumirlo. Y si perdemos votaciones en las Cortes es porque estamos en minoría; de modo que se trata de conquistar la voluntad mayoritaria.»

Respecto al Estatuto de los Trabajadores -tema que también abordó ante los congresistas-, Felipe González se quejó de que los militantes socialistas se muestran «apabullados» frente a la actividad consignista de los miembros de otras organizaciones. «Yo no tengo», agregó, «ninguna añoranza del verticalismo. Cuando alguien me dice que ahora el despido es libre y no lo era antes, no puedo por menos que sonrojarme. Había, es cierto, derechos individuales, porque se sabía que el fascismo impedía su exigencia, y en cambio no había ningún derecho colectivo. Los presidentes de jurados de empresa tenían acceso a los libros de contabilidad, naturalmente; como que eran los empresarios.» Terminó pidiendo que se lea bien el Estatuto de los Trabajadores, y dijo que es posible que pasado mañana traten algunos de apuntarse este Estatuto, después de haberlo combatido demagógicamente.

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El tema de las relaciones en el seno de la izquierda fue después ampliado por Felipe González, en conversación con algunos periodistas. «No estamos dispuestos», dijo, «a contribuir al aislamiento del PCE y a que este partido sea el chivo expiatorio de los males de la patria. Pero hay que decirle al PCE que mida bien sus responsabilidades. Es peligroso que nos veamos obligados a atacar al Partido Comunista; pero éste debe dirigir sus dardos a UCD, no a los socialistas, porque, si no, puede tener la seguridad de que la respuesta va a ser a muerte.»

A una pregunta sobre la decisión de dimitir por parte del presidente de la Junta. de Andalucía, si no hay referéndum autonómico el día 28 de febrero, Felipe González comentó que la decisión de Rafael Escuredo había sido personal. «El ha hecho algo que me parece bastante justo, desde el punto de vista de presidente de la Junta que ha iniciado el proceso autonómico en Andalucía. Yo no sé lo que hubiese hecho en su lugar.» Asimismo confirmó que, en su última entrevista con Adolfo Suárez, le había dicho que llevaría adelante el compromiso adquirido respecto al método y calendario del proceso autonómico. No obstante, Felipe González cree que el Gobierno está dividido respecto a la cuestión.

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