Un grupo armenio se atribuye las bombas de la Gran Vía

El autodenominado Ejército Secreto para la Liberación de Armenia reivindicó ayer la explosión de tres artefactos colocados en diversos puntos de la Gran Vía madrileña, todos ellos cercanos a oficinas de compañías extranjeras de aviación. Según una llamada telefónica a la agencia Reuter, los atentados son un aviso a las compañías imperialistas -Alitalia, Transworld Air Lines (TWA), Sabena y British Airways-, así como al papa Juan Pablo II, para que desista de su proyectado viaje a Turquía, donde, afirman, los armenios son duramente perseguidos.El Ejército Secreto para la Liberació...

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El autodenominado Ejército Secreto para la Liberación de Armenia reivindicó ayer la explosión de tres artefactos colocados en diversos puntos de la Gran Vía madrileña, todos ellos cercanos a oficinas de compañías extranjeras de aviación. Según una llamada telefónica a la agencia Reuter, los atentados son un aviso a las compañías imperialistas -Alitalia, Transworld Air Lines (TWA), Sabena y British Airways-, así como al papa Juan Pablo II, para que desista de su proyectado viaje a Turquía, donde, afirman, los armenios son duramente perseguidos.El Ejército Secreto para la Liberación de Armenia ya se dio a conocer en Madrid el pasado mes de junio, cuando hicieron explosionar una bomba en un vehículo de la embajada de Turquía. En aquella ocasión resultaron muertos la esposa y un hermano del embajador turco, Zeki Juneralp, así como el conductor del vehículo.

La primera explosión se produjo a las once y media de la noche del domingo. El artefacto se puso en una papelera en la esquina de la calle de los Reyes con la plaza de España, lugar donde tiene sus oficinas la compañía Alitalia. El petardo era de poca potencia y apenas produjo daños materiales.

El segundo de la serie se registró sobre las 0.15 de la madrugada del lunes, en una farola situada a la altura del número 66, cerca de la TWA. Esta segunda bomba contenía gran cantidad de metralla y produjo heridas leves al conductor del autobús de la línea 44 y a una señora que pasaba cerca, en el interior de un taxi. Ambos fueron alcanzados por trozos de metralla, aunque las heridas no son de consideración. El conductor, Rafael Sánchez García, fue conducido a una clínica en un coche de la policía. Además resultaron dañados los cristales de las oficinas de la compañía de aviación y de otras dos tiendas cercanas, así como la farola en cuestión.

Por último, la tercera explosión se produjo a las 2.15 de la madrugada, cuando la zona ya estaba bajo la vigilancia de la Policía Nacional. La bomba estaba escondida en el zócalo del escaparate de la TWA, y había pasado inadvertida al registro que se hizo en las inmediaciones para detectar posibles nuevos artefactos. Un policía nacional que se encontraba de vigilancia cayó al suelo debido a la fuerza de la onda expansiva, sin que llegara a sufrir heridas.

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