Cartas al director

EL PAÍS y las abortadoras

Mi primer catón fue un periódico que mi hermano, al que le tocase el turno de hacer de maestro (éramos once), guardaba hasta que teníamos otro más nuevo. Ni que decir tiene cómo me enteraba yo con cuatro años, 1936-1940, de lo que pasaba aquí y por ahí; por eso, cuando alguien me dice que estoy muy politizada, yo me limito a sonreír y a contestar aquello de ¡si yo te contara! De ahí me viene eso de leer periódicos, y claro, tengo mi criterio de quién es pluma y quién no.Leo siempre las columnas de Jaime Campmany en Abc y Hoja del Lunes, y claro, este no es el momento d...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Mi primer catón fue un periódico que mi hermano, al que le tocase el turno de hacer de maestro (éramos once), guardaba hasta que teníamos otro más nuevo. Ni que decir tiene cómo me enteraba yo con cuatro años, 1936-1940, de lo que pasaba aquí y por ahí; por eso, cuando alguien me dice que estoy muy politizada, yo me limito a sonreír y a contestar aquello de ¡si yo te contara! De ahí me viene eso de leer periódicos, y claro, tengo mi criterio de quién es pluma y quién no.Leo siempre las columnas de Jaime Campmany en Abc y Hoja del Lunes, y claro, este no es el momento de si me gusta o no, lo dejo para otra ocasión. Me ha causado profunda tristeza su forma de tomar en broma algo tan serio como es que más de mil mujeres se enfrenten a nuestra conocida opinión pública en defensa de personas a las que ni siquiera conocen.

Más información

El señor Campmany, en sus casi diarias crónicas parlamentarias, siempre saca su cuarto a espadas, por el perdedor de turno; en el fondo no le gusta que haya un vencedor, porque eso, políticamente, es la verdadera democracia, su postura es más bien cristiana y, en honor de él, nunca partidista.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Es por eso que me ha causado profunda tristeza su ligereza en el tratamiento del proceso a unas mujeres a las que se juzga por haber abortado (y de qué manera).

Entre las mil y pico firmas hay mujeres que no sólo no han abortado, sino que como se dice bíblicamente, no han conocido varón. Qué altruismo, ¿no le parece? ¿Cómo se puede tomar a broma un tema así?. No hace mucho leí en la prensa que había que pedir a los bancos suizos las listas de los desaprensivos que sacaban el dinero de nuestro país; figúrense si se pidieran las listas de los hospitales de Suiza donde muchas mujeres españolas han abortado; y otro tanto, de Londres.

Pero no es cuestión de señalar a nadie; la cuestión es que no paguen, como siempre, las más desgraciadas; hasta ahí podíamos llegar. O jugamos todos o rompemos la baraja.

Este no es un tema para tomarlo a broma. Hay que legalizar en primer lugar la conciencia de cada uno, que merece un respeto; el aborto para quién lo quiera; los anticonceptivos, con los cuales nos estaríamos evitando tantas cosas horribles como este proceso injusto, y yo, por lo que a mí concierne estoy dispuesta a llegar hasta el final de este tema, aunque plumas como la del señor Campmany lo tomen a broma.

¡Ah!, yo estoy también en contra del aborto.

Archivado En