El arzobispo de Oviedo contra la explotación de los bienes eclesiásticos

El arzobispo de Oviedo, Gabino Díaz Merchán, es contrario a la explotación de los bienes de la Iglesia para conseguir un dinero suficiente que le permita la autofinanciación económica, «porque la Iglesia no puede poner su confianza en los tesoros de la tierra», afirma en una carta pastoral dirigida a los católicos asturianos. Monseñor Merchán reconoce que el patrimonio eclesiástico es en Asturias muy rico en edificios y obras artísticas, pero entiende que instrumentar sus posibilidades económicas supondría supeditar su misión espiritual a una gestión de gerencia material y trastocar la natural...

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El arzobispo de Oviedo, Gabino Díaz Merchán, es contrario a la explotación de los bienes de la Iglesia para conseguir un dinero suficiente que le permita la autofinanciación económica, «porque la Iglesia no puede poner su confianza en los tesoros de la tierra», afirma en una carta pastoral dirigida a los católicos asturianos. Monseñor Merchán reconoce que el patrimonio eclesiástico es en Asturias muy rico en edificios y obras artísticas, pero entiende que instrumentar sus posibilidades económicas supondría supeditar su misión espiritual a una gestión de gerencia material y trastocar la naturaleza y los fines que caracterizan este patrimonio, «que no es rentable ni debe serlo, porque perdería su condición de servicio a la religiosidad del pueblo». En su opinión, a la Iglesia le corresponde la responsabilidad de hacer rentable ese patrimonio «para su conservación al servicio del pueblo cristiano».Al referirse al trabajo civil del clero, el arzobispo ve aspectos positivos, pero también objecciones, y estima que «no puede ser norma general». Monseñor Merchán enjuicia en su carta pastoral el acuerdo económico suscrito por el Vaticano con el Estado español como un procedimiento que «permite a los que lo desean ayudar a la Iglesia sin obligar a nadie. Tiene el inconveniente de que convierte al Estado en canalizador de unos recursos básicos de la Iglesia». El arzobispo analiza la viabilidad de canalizar una parte del impuesto sobre la renta de las personas físicas por medio de donaciones deducibles, cuando se hagan a determinados entes eclesiásticos y siempre que esos donativos se destinen al culto, a la sustentación del clero, al apostolado y al ejercicio de la caridad. «Todas esas finalidades -agrega- coinciden con las del fondo común diocesano, que podría recibir una buena ayuda por este capítulo si hubiera católicos dispuestos a canalizar por este medio una parte de sus impuestos sobre la renta de las personas físicas. »

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