Cartas al director

La píldora antiniña

Parece ser que el artículo de Rosa Montero sobre la píldora «antiniñas» ha hecho pupa, pues, por lo que veo, no hacen más que llover cartas de «picados» (el que se pica, ajos come). Por mi parte, como varón que soy, y persona que quiero ser, comparto todos los puntos de vista de la autora y quiero animarla para que siga escribiendo como lo hace. No todo el mundo tiene la valentía de jugársela en todos los artículos. También quiero darle el consejo de que se cuide la cara, porque luego pasa lo que pasa (Las aventuras de Pina y Superman).

Por otra parte, quiero hacer notar el enorm...

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Parece ser que el artículo de Rosa Montero sobre la píldora «antiniñas» ha hecho pupa, pues, por lo que veo, no hacen más que llover cartas de «picados» (el que se pica, ajos come). Por mi parte, como varón que soy, y persona que quiero ser, comparto todos los puntos de vista de la autora y quiero animarla para que siga escribiendo como lo hace. No todo el mundo tiene la valentía de jugársela en todos los artículos. También quiero darle el consejo de que se cuide la cara, porque luego pasa lo que pasa (Las aventuras de Pina y Superman).

Por otra parte, quiero hacer notar el enorme desprecio que por la dignidad humana se deja ver en ciertas investigaciones científicas, o, mejor, en la aplicación de estas investigaciones. No importa para nada la discriminación sexual, el vacío y quebranto en las relaciones humanas ni la gran cantidad de frustraciones sexuales que surgirían en la sociedad antiniñas. El caso es lograr los fines propuestos.

Parece ser, y quiero que no se entienda esto como racismo (alguien dijo hace poco que los pueblos eran siempre inocentes) que en la República Federal de Alemania hay quien está especializado en anegar al máximo la dignidad y la libertad del hombre: hospitales donde se quita el apetito sexual a los «enfermos mentales» (una especie de Naranja mecánica hecha realidad); métodos refinados de tortura para presos; carnets de identidad que marcan a la persona para toda la vida; píldoras para no concebir niñas; comandos para investigar en la vida privada de los extranjeros residentes y otras novedades que no quiero decir, pero que todos conocemos.

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Creo que, a este paso, pronto se instituirá en la RFA una licenciatura de rango universitario en «ciencias de la vejación», dado el elevado número que de doctos en el tema existe y la cantidad de alumnos aventajados que van surgiendo por todo el mundo. Pido una vez más perdón si alguien ve en mi carta racismo. No es mi intención.

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