Preocupa en Dublín el deterioro de la situación política y militar en el Ulster

El convencimiento irlandés de que la situación en el Ulster empeora en los frentes político y militar anima una nueva iniciativa diplomática del Gobierno de Dublín, que se concretará en los próximos días, durante la visita a Londres del ministro de Asuntos Exteriores de la República de Irlanda.

Los datos fundamentales que avalan este nuevo intento del primer ministro, Jack Lynch, para desbloquear la cuestión del Ulster son, de un lado, la demostrada y nueva capacidad del IRA para operar con mayor eficacia y seguridad y, de otro, el acentuado desequilibrio político en favor de los protes...

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El convencimiento irlandés de que la situación en el Ulster empeora en los frentes político y militar anima una nueva iniciativa diplomática del Gobierno de Dublín, que se concretará en los próximos días, durante la visita a Londres del ministro de Asuntos Exteriores de la República de Irlanda.

Los datos fundamentales que avalan este nuevo intento del primer ministro, Jack Lynch, para desbloquear la cuestión del Ulster son, de un lado, la demostrada y nueva capacidad del IRA para operar con mayor eficacia y seguridad y, de otro, el acentuado desequilibrio político en favor de los protestantes a que se ha dejado llevar Londres tras el colapso de sus planes para poner en pie una Administración compartida con Belfast. El Gobierno laborista patrocina un proyecto de ley que elevará en escaños la actual representación parlamentaria del Partido Unionista, protestante.El propio Ejército y la policía británicos reconocen ahora que, tras su organización, los provisionales del IRA han alcanzado un peligrosísimo grado de modernización y competencia, del que son muestra la impunidad con que han desarrollado su vasta campaña de atentados en diciembre y enero pasados.

Sus contactos internacionales también se han extendido y profundizado -entre otras organizaciones, con ETA- y con ellos su capacidad para operar no sólo en territorio británico, sino en otros países europeos. Ayer fueron detenidos en la frontera greco-turca dos norirlandeses, presuntos miembros del IRA, que procedían de Líbano y transportaban en su automóvil explosivos, varios fusiles rápidos y no menos de treinta granadas de mano.

El primer ministro de Dublín considera que ha llegado el momento de las medidas concretas que impidan la degeneración de la situación actual. Y su renovada ofensiva política se produce cuando el triunfalismo de Londres sobre las posibilidades de reducir a los provisionales ha cedido el sitio a una aproximación más cauta, de la que han sido eliminadas todas las referencias a una posible erradicación a corto plazo de la violencia en el Ulster. Dentro del marco de cooperación que va a ser sugerido al ministro británico para Irlanda del Norte, Roy Mason, por el titular de Exteriores irlandés, Michael O'Kennedy, figuran medidas conjuntas en materia policial y de seguridad, el establecimiento de un tribunal con jurisdicción en las dos Irlandas para resolver casos de extradición concretados Con delitos terroristas y, a más largo plazo, la posible creación de un organismo panirlandés, en el que además de los Gobiernos de Londres y Dublín estarían representadas las comunidades católica y protestante.

Desde el punto de vista de Dublín, el declive del Partido Social Demócrata y Laborista -SDLP, una formación reformista que representa a la minoría católica moderada del Ulster- y la posibilidad de una radicalización en favor del IRA forman una combinación explosiva y tanto más viable cuanto más se acentúala inclinación del Gobierno británico por resolver los asuntos de su provincia con la cooperación de unos diputados protestantes, fortalecidos por su representación y su audiencia. Este escenario se completa con el rearme de los provisionales y de sus principales rivales, los paramilitares protestantes, agrupados en la Asociación para la Defensa del Ulster (UDA).

En última instancia, y en una comunidad dominada por el resentimiento mutuo a que ha conducido la violencia cotidiana, son los nuevos acontecimientos los que encierran mayores peligros potenciales. El último significativo es la acusación formal de asesinato, ayer, contra dos soldados británicos en la persona de un adolescente católico, en julio pasado.

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La versión del Ejército, en su momento, fue que un sospechoso de terrorismo había sido muerto en Dunloy cuando empuñaba una pistola. Las investigaciones de la policía han demostrado que John Boyle, de dieciséis años, fue muerto a tiros por la espalda cuando se dirigía a comprobar si seguían en su sitio unas armas que había encontrado enterradas junto a su casa y de cuyo hallazgo su padre había dado cuenta a la policía.

Los autores del asesinato dos soldados del SAS (Special Air Services, un virtual ejército secreto que opera en el Ulster) comparecerán ante un tribunal en Belfast, El papel de los SAS en Irlanda del Norte, un cuerpo de élite presunta mente encargado de las tareas sucias, su aparente inmunidad, y el número de víctimas inocentes que ha causado su intervención es un tema tanto más espinoso para el Gobierno de Londres, en cuanto que voces tan dispares como la del líder extremista protestante lan Paisley y la del representante del partido católico del Uster en el Parlamento de Westminster, Gerry Fitt, coinciden en su petición pública de explicaciones oficiales y convincentes.

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