Cartas al director

Pérdida irreparable

En relación con el desastroso incendio que en la madrugada del pasado día 1 de diciembre devastó las dependencias del CSIC, sitas en la calle del Duque de Medinaceli, 4, de Madrid, quisiéramos exponer a la opinión pública las siguientes consideraciones:Como bien ha informado su diario los días 2 y 3 -corrigiendo las imprecisiones del anterior que, lógicamente, creímos debidas a la urgencia informativa-, el mencionado siniestro ha interrumpido de manera cal amitosa el funcionamiento de tinos institutos de investígación científica -Balmes, Arias Montano, Francisco de Vitoria y Fernández de Ovied...

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En relación con el desastroso incendio que en la madrugada del pasado día 1 de diciembre devastó las dependencias del CSIC, sitas en la calle del Duque de Medinaceli, 4, de Madrid, quisiéramos exponer a la opinión pública las siguientes consideraciones:Como bien ha informado su diario los días 2 y 3 -corrigiendo las imprecisiones del anterior que, lógicamente, creímos debidas a la urgencia informativa-, el mencionado siniestro ha interrumpido de manera cal amitosa el funcionamiento de tinos institutos de investígación científica -Balmes, Arias Montano, Francisco de Vitoria y Fernández de Oviedo, como los más gravemente afectados-, en cuyos fondos se hallaba documentación, bibliografía y fuentes, en general, del más alto valor científico. La pérdida, por tanto, a más de grave, es intrínsecamente irreparable, pues en ella hay que incluir colecciones únicas, legados que hablaban por sí solos de la callada labor de intelectuales,con talla y vigencia internacional, repertorios en los que, además del trabajo hecho, se acumulaban las esperanzas de sociólogos, juristas, filólogos, historiadores y americanistas, principalmente. A ello hay que añadir la desalentadora desaparición de una ingente cantidad de investigación, perteneciente a los científicos que en dichos institutos trabajaron y trabajaban actualmente. En definitiva, entre lo destruido y lo inutilizado, se ha perdido una parte del patrimonio cultural difícilmente sustituible y, desde luego, irrecuperable. Las advertencias -hechas repetidamente- sobre las condiciones de las instalaciones han quedado no sólo insatisfechas, sino ahogadas en la catástrofe que, por lo visto, parecía poco probable.

Este hecho, al que bien se puede considerar como una tragedia cultural que afecta a toda la comunidad humanística nacional e internacional, se inserta en el largo proceso de incuria y abandono al que ¡a investigación se ha visto y se ve sometida en nuestro país. El que tal desastre apenas haya tenido repercusión en los medios de información nos hace temer también por el futuro.

Que esta carta lleve nuestra solidaridad y estímulo a los miembros de los mencionados institutos, víctimas principales de este evitable acontecimiento.

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Departamento de Historia de AméricaUniversidad Complutense de Madrid

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