Editorial:

Argelia y la enfermedad de Bumedian

LA ENFERMEDAD del presidente argelino, Huari Bumedian, confirmada al fin oficialmente al cabo de dos meses, y la gravedad que los medios oficiales argelinos atribuyen a su estado de salud, plantea al país africano un serio problema de interinidad o eventual sustitución en el poder.En medio de un proceso de institucionalización incompleto precisamente en lo que se refiere a las más altas instancias del poder, sin un vicepresidente o primer ministro que puedan asumir el mando automáticamente, los líderes argelinos tendrán que improvisar urgentemente una solución que llene el inevitable vacío de ...

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LA ENFERMEDAD del presidente argelino, Huari Bumedian, confirmada al fin oficialmente al cabo de dos meses, y la gravedad que los medios oficiales argelinos atribuyen a su estado de salud, plantea al país africano un serio problema de interinidad o eventual sustitución en el poder.En medio de un proceso de institucionalización incompleto precisamente en lo que se refiere a las más altas instancias del poder, sin un vicepresidente o primer ministro que puedan asumir el mando automáticamente, los líderes argelinos tendrán que improvisar urgentemente una solución que llene el inevitable vacío de poder que originaría la ausencia de Bumedian.

Esto habrá de hacerse en momentos muy delicados para Argelia tanto en lo interno como en lo externo. El próximo congreso del partido único gobernante (FLN) iba aparentemente a revisar la política económica de estos últimos años y los fallos y problemas ya reconocidos hoy en Argel.

En lo externo, la crisis del Sahara, que condiciona a su vez la estabilidad en el Magreb, había entrado en una fase de negociación en donde las grandes diferencias de opinión aún existentes, entre Argelia y Marruecos principalmente, requerían un tratamiento muy matizado y centralizado, y desde luego, al margen de las mismas discrepencias de enfoque que habían testimoniado los sectores duros políticos del FLN y los más pragmáticos y técnicos, entre los cuales Bumedian había funcionado como árbitro.

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El monopolio del poder político por Bumedian desde 1965 ha impedido la aparición de una figura descollante con el suficiente poder para garantizar ahora la unidad de acción en política exterior e interior. La normalización definitiva de las relaciones con España, que entraron en una fase nueva y más cómoda con el reconocimiento por parte de UCD de la realidad de la existencia del Polisario, podría verse afectada o por lo menos retardada.

La evolución política en Argelia antes de la enferme dad de Bumedian y el inevitable pragmatismo que, al parecer, terminaría imponiéndose en Argel habían permitido quizá a Madrid elaborar una política de cooperación con todo el Magreb, libre de las diferencias políticas entre los regímenes. La ausencia de Bumedian puede retrasar este proceso si el realismo no se impone en Argel sobre el radicalismo político.

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