Voluntarismo italiano por integrarse en el SME

«Soy feliz al haber comprobado la clara voluntad del Gobierno italiano de participar ya desde enero próximo al Sistema Monetario Europeo.» Con estas palabras empezó el canciller alemán, Helmut Schmidt, su conferencia de prensa después de la intensa jornada de coloquios, en Siena, con el presidente del Gobierno, Andreotti, el ministro del Tesoro, Pandolfi, y el gobernador del Banco de Italia, Baffi.Ya no cabe duda que en la Europa monetaria ideada por París y Bonn existe un puesto también para Italia. La clase política se ha dado cuenta desde el primer momento que esta decisión era peligrosa pa...

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«Soy feliz al haber comprobado la clara voluntad del Gobierno italiano de participar ya desde enero próximo al Sistema Monetario Europeo.» Con estas palabras empezó el canciller alemán, Helmut Schmidt, su conferencia de prensa después de la intensa jornada de coloquios, en Siena, con el presidente del Gobierno, Andreotti, el ministro del Tesoro, Pandolfi, y el gobernador del Banco de Italia, Baffi.Ya no cabe duda que en la Europa monetaria ideada por París y Bonn existe un puesto también para Italia. La clase política se ha dado cuenta desde el primer momento que esta decisión era peligrosa para un país que con tanta dificultad lucha contra un fuerte índice de inflación. Pero en la balanza de los riesgos era aún más peligroso perder el tren de Europa.

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Diez días

¿Qué hacer? Porque Italia tampoco podría ir al suicidio económico participando en una cumbre monetaria para la que no está absolutamente preparada. El gobernador del Banco de Italia, Baffil, que fue el verdadero protagonista de la cumbre Alemania-ltalia de Siena, había ya advertido que en un Sistema Monetario Europeo como lo veían Francia, Alemania, Holanda, Bélgica, Luxemburgo y Dinamarca, con un margen de oscilación de las monedas de 2,25% bilateralmente, Italia podría permanecer en la serpiente no más de «diez días».

Por tanto, si políticamente Italia estaba dispuesta a participar activamente a la línea Europa, económicamente necesitaba ser ayudada para evitar el colapso. Se llegó así, en Siena, en la madrugada de ayer, a un compromiso. Se trata de una propuesta hecha por Baffi en nombre del Gobierno y a la que Schmidt dio su visto bueno. La idea es construir un SME «flexible y gradual». Es decir, la serpiente monetaria, esta vez, tendrá como dos pieles: una más rígida, para los países más fuertes, con un margen de juego para las monedas más fuertes sensiblemente más estrecho que para las monedas más débiles, como la italiana, la inglesa y la irlandesa. Baffil pidió a Schmidt que el margen para la lira italiana sea, por lo menos, de un seis o un 8%.

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