Cartas al director

¿EL PAÍS contra Euskadi?

No extraña que nuevamente EL PAÍS, muy protagonista en otros asuntos, vuelva a arremeter contra las aspiraciones del pueblo vasco. Es una lástima, sin embargo, que en su editorial del jueves 21 de septiembre pierda la compostura de despecho al comentar la aprobación postrera en la Cámara de Senadores de un artículo que prevé el aggiornamiento de los viejos fueros.El editorialista de EL PAÍS debió haberse asustado mucho a juzgar por la insidia de que hace gala. La velada acusación de racismo a los vascos que empapa todo el editorial, afirmando que la medida «ofende los sentimientos del r...

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No extraña que nuevamente EL PAÍS, muy protagonista en otros asuntos, vuelva a arremeter contra las aspiraciones del pueblo vasco. Es una lástima, sin embargo, que en su editorial del jueves 21 de septiembre pierda la compostura de despecho al comentar la aprobación postrera en la Cámara de Senadores de un artículo que prevé el aggiornamiento de los viejos fueros.El editorialista de EL PAÍS debió haberse asustado mucho a juzgar por la insidia de que hace gala. La velada acusación de racismo a los vascos que empapa todo el editorial, afirmando que la medida «ofende los sentimientos del resto de los españoles» e insistiendo que «sólo dos millones de vascos» no deben poder sobre la inmensa mayoría de los españoles para después afirmar su tesis sosteniendo que «casi el 50% (de la población de Euskadi) es de origen castellano, andaluz o extremeño» es, cuando menos, de muy mala uva.

¿Es que los fueros no son para todos los habitantes sin excepción?, ¿no es acaso que, la inmensa mayoría de los inmigrantes, de sus hijos, se consideran vascos y exigen una mayor democracia y autogobierno?

No será agitando «el fantasma de las exenciones al servicio militar (una flagrante falacia; los fueros sólo prevén el derecho a cumplir el mismo dentro de su territorio) o de las aduanas (el mismo PNV desmintió rotundamente que se piensen volver a reimplantar), etcétera, como se desprestigie la lucha de este magnifico pueblo, donde conviven en armonía trabajadores vascos y trabajadores que, sin serlo de origen, se sienten y son considerados como tales.

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¿No será que se teme, mucho más que un artículo cuya puesta en práctica es aún hipotética, el ejemplo que los vascos podrán dar a las demás nacionalidades ibéricas? Para terminar: ¿Es democrático un Estado donde no se puede decir que el Estado no es democrático? ¿Es democrático si no se puede ser republicano? ¿Es democrático si no se puede ser independentista? (El editorialista incluye a los vascos dentro del conjunto de los españoles, al parecer por derecho divino, haciendo caso omiso de que las razones más elementales, como, por ejemplo, la inclusión de parte de su territorio en el Estado francés, lo desmientan).

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