El primer ministro Begin deberá negociar con Egipto en coalición con el Partido Laborista

La aprobación de su política por 84 diputados, más de los dos tercios del Knesseth (Parlamento), diecinueve votos en contra y diecisiete abstenciones, constituye, sin lugar a dudas, una victoria importante para el primer ministro de Israel, Menahem Begin. Esta victoria refleja también el amplio apoyo concedido -según todos los sondeos- a Menahem Begin, que se encuentra en este momento en la cumbre de su popuilaridad: 76% de los israelíes consultados están satisfechos de los acuerdos firmados en Camp David.

La popularidad de que goza actualmente el premier israelí fue demostrada -...

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La aprobación de su política por 84 diputados, más de los dos tercios del Knesseth (Parlamento), diecinueve votos en contra y diecisiete abstenciones, constituye, sin lugar a dudas, una victoria importante para el primer ministro de Israel, Menahem Begin. Esta victoria refleja también el amplio apoyo concedido -según todos los sondeos- a Menahem Begin, que se encuentra en este momento en la cumbre de su popuilaridad: 76% de los israelíes consultados están satisfechos de los acuerdos firmados en Camp David.

La popularidad de que goza actualmente el premier israelí fue demostrada -en sentido negativo- por las manifestaciones organizadas contra su política. Durante todo el día del debate parlamentario, el miércoles, miembros del Gush Emunim, movimiento de fanáticos anexionistas y colonos venidos del Sinaí, Golan y Cisjordania, se manifestaron contra Begin ante el edificio del Parlamento. Resultó significativo el detalle de que las fuerzas de seguridad eran casi más numerosas que los manifestantes, que en ningún momento pasaron de 1.500. Apenas hace dos años, bajo el Gobierno de Ythzak Rabin, el Gush Emunim conseguía movilizar con facilidad entre 10.000y 15.000 personas en sus manifestaciones antigubernamentales.No obstante, y esto es lo paradójico, el primer ministro ha salido debilitado, en los aspectos político y parlamentario de esta prueba. Efectivamente, de los 84 diputados que le han proporcionado su voto, tan sólo cincuenta pertenecen a la coalición gubernamental. Dicho de otra manera, los acuerdos de Camp David no habrían sido aprobados si no se hubiesen volcado a favor los votos de la oposición laborista, de la izquierda y del nuevo partido, Shay.

Situación poco confortable

Begin es consciente de esta debilidad, y como el proceso de paz no está más que en sus comienzos, en el futuro tendrá que contar con los votos de la oposición. Esta situación resulta poco confortable para un primer ministro que hasta ahora era el amo incuestionable de su Gobierno, de su política y de su mayoría parlamentaria. Ya se habla, incluso, de la constitución de un Gobierno de «paz nacional» (por oposición al Gobierno de «unión nacional» creado en vísperas de la guerra de junio de 1967), en el que Menahem Begin incluiría a los laboristas para reforzar su vacilante mayoría.Desde un punto de vista personal, más grave sería todavía la deserción de cerca de la mitad de los diputados del Partido Heruth, que han votado contra su «líder, histórico» o se han abstenido. Este partido fue fundado por Begin al día siguiente del nacimiento del Estado de Israel, en 1948, y es la punta de lanza del Likud, coalición gobernante.

En el momento en que va a iniciarse la negociación crucial con Egipto, Begin tendrá que dedicarse a la reconstrucción de su partido y de sus alianzas políticas. Debe recuperar la autoridad perdida y volver a ser el líder escuchado, respetado y seguido, ya que ahora resulta poco menos que imposible convertirse de nuevo en el dirigente incontestable.

En caso contrario, Begin deberá crear, bien un nuevo partido, dimitir e intentar conseguir una nueva mayoría para su nueva política, mediante unas elecciones anticipadas, o bien negociar una nueva coalición con el frente laborista.

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En la situación actual ambas perspectivas son impensables para Begin. Sin embargo, la última perspectiva parece la más accesible y la menos perjudicial para el proceso de negociación con Egipto.

Según los corresponsales Israelíes en El Cairo, el presidente egipcio, Anuar el Sadat, tiene la intención de invitar al ministro de Defensa de Israel, Ezer Weizman, a partir del próximo miércoles, para que inicie en Ismailía las conversaciones con su colega egipcio, Abdel Ghani Gamassi, relativas a la primera etapa de la retirada israelí.

Sin embargo, en Jerusalén se cree más plausible que el ministro de Defensa se traslade a Egipto, tras las fiestas del Nuevo Año judío, el Yom Kippur, es decir, dentro de quince días.

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