La investigación de la muerte de Moro amenaza al Gobierno

El Parlamento italiano ha reiniciado sus sesiones, después de las vacaciones, bajo la sombra del caso Moro, que amenaza gravemente al Gobierno Andreotti y puede provocar elecciones anticipadas. En vísperas del debate sobre la cuestión, las fuerzas políticas aparecen aún divididas acerca de la oportunidad de una investigación parlamentaria. Piden esa investigación los republicanos, los amigos de Moro y la familia del dirigente asesinado, y la temen, sobre todo, los socialistas, que podrían convertirse en cabeza de turco del asunto debido a su actitud conciliadora con los terroristas, Leonardo S...

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El Parlamento italiano ha reiniciado sus sesiones, después de las vacaciones, bajo la sombra del caso Moro, que amenaza gravemente al Gobierno Andreotti y puede provocar elecciones anticipadas. En vísperas del debate sobre la cuestión, las fuerzas políticas aparecen aún divididas acerca de la oportunidad de una investigación parlamentaria. Piden esa investigación los republicanos, los amigos de Moro y la familia del dirigente asesinado, y la temen, sobre todo, los socialistas, que podrían convertirse en cabeza de turco del asunto debido a su actitud conciliadora con los terroristas, Leonardo Sciascia, uno de los escritores más agudos y libres políticamente, publicará próximamente un libro en Italia y Francia con el título: «Aldo Moro murió dos veces.» Se trata de un ataque durísimo a toda la clase política y especialmente al grupo de intelectuales católicos que firmó un documento en el cual se declaraba que el autor de las cartas enviadas desde la prisión de las BR no era «el verdadero Moro» que ellos siempre habían «conocido y amado».Según Sciascia, estos amigos del estadista lo «mataron» antes que las Brigadas Rojas. « Moro -dice- no tuvo nunca una verdadera noción del Estado y había considerado siempre la Democracia Cristiana como el partido más próximo a los italianos.» Con su agudo sentido político, sostiene Sciascia, Moro descubrió en su prisión que las Brigadas Rojas tenían «dos almas», una fanática, a su manera sincera y revolucionaria, y otra más astuta, que desea moverse en el contexto tradicional de la política italiana: «Cambiar todo para que todo siga igual.»

La magistratura, con un gesto que sorprendió a los políticos, llamó ayer al Palacio de Justicia, para interrogarles, a los tres grandes amigos y confidentes de Moro de su familia: Rana, Freato y Guerzoni, quienes, al parecer, tuvieron contactos directos con las Brigadas Rojas. Se comenta también insistentemente que podrán ser convocados en estos días el secretario socialista,Craxi-, el presidente del Senado, Fanfani-, los senadores Saragat y Giovanni Leone, ex presidénte de la República, y el mismo ministro de Justicia, Bonifacio.

Según Repubblica, las preguntas que están haciendo los magistrados, son las siguientes: «¿Existía un canal permanente de contacto entre las BR, la familia de Moro y Bettino Craxi? ¿Es verdad que Craxi esperaba una señal en código para aceptar el canje de un brigadista? ¿Es verdad que a través de Cáritas Internacional se estableció un contacto entre las Brigadas Rojas y la secretaría general de la DC hasta el punto de que se presentaron a una cita, en el coche de Zaccagnini, el dirigente Bodrato y el jefe de prensa de la DC, Cavina, los dos hornbres de confianza del secretario? ¿Es verdad que los socialistas estaban dispuestos a aceptar el canje de Moro por un preso.político, y que hablaron de ello a los demás partidos, mientras éstos lo niegan categóricamente afirmando que los socialistas aceptaban sólo un gesto humanitario, pero nunca una negociación?».

El senador Cervone, de la DC, gran amigo de Moro, declaró ayer en una entrevista, que Moro le había manifestado temor por su vida y que le había confesado lo siguiente: «Pagaremos cara nuestra línea política. Me sucede como a Berlinguer: él no encuentra comprensión en la Unión Soviética y yo no la encuentro en Estados Unidos y en parte de Alemania.» Según Cervone, las Brigadas Rojas decdieron asesinar a Moro «cuando se dieron cuenta de que el estadista había descubierto el nombre de quienes estaban actuando realmente» en el secuestro.

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