Cartas al director

Arespacochaga y la "Sirena varada"

En su número del pasado día 2 de septiembre alude un editorial a que el «obcecamiento» de tres alcaldes madrileños impidió, durante seis años, que se incorporara al patrimonio de la capital el bloque escultórico de varias toneladas de hormigón que hoy pende de los pilares del puente sobre la Castellana.Entre los estrictos postulados de la mecánica elástica y la papanatería irresponsable descrita inmejorablemente hace ya ocho siglos en el Conde Lucanor, existe una amplia zona de transición en la que cada cual es muy dueño de situarse donde le guste o convenga.

No seré yo quien cri...

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En su número del pasado día 2 de septiembre alude un editorial a que el «obcecamiento» de tres alcaldes madrileños impidió, durante seis años, que se incorporara al patrimonio de la capital el bloque escultórico de varias toneladas de hormigón que hoy pende de los pilares del puente sobre la Castellana.Entre los estrictos postulados de la mecánica elástica y la papanatería irresponsable descrita inmejorablemente hace ya ocho siglos en el Conde Lucanor, existe una amplia zona de transición en la que cada cual es muy dueño de situarse donde le guste o convenga.

No seré yo quien critique a nadie la libre elección de su puesto.

Por la misma razón creo que nadie debe criticar a dos alcaldes -uno de ellos por desgracia ya desaparecido- que, no pudiendo sustraerse a su formación técnica, pusieron reparos en su día, no a que la escultura se exhibiera y se colgara, sino a que lo fuera precisamente del puente, por lo que ofrecieron cualquier lugar de cualquier parque de la capital para situarla y aun la construcción de un pórtico ad hoc para suspenderla en el mismo recinto en que hoy se halla. ¿Cabe una postura más lógica ante un posible riesgo por pequeño que fuera?

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Siendo yo uno de estos alcaldes, mantuve entonces y mantengo ahora como técnico que a una estructura no se la debe hacer incidir una carga importante y atípica que no se tuvo en cuenta en los correspondientes cálculos. Y ello, que es una norma general, resulta aún más imperativo para las estructuras urbanas, para las que debe existir la máxima exigencia de seguridad y en las que yo estimo no son plausibles las complacencias con riesgo, por reducido que pueda resultar éste y por intransigentes que puedan ser los que se reputan como definidores exclusivos de la estética ciudadana.

Por lo demás, afirmar impertinente y gratuitamente en el editorial la incapacidad de estos alcaldes para valorar el arte del siglo actual es otra buena muestra del lado en que se ha hallado, y triunfado, en este tema la obecación.

Doctor ingeniero de Caminos, Canales y Puertos

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