El tratado entre China y Japón facilita un nuevo equilibdo en el noroeste asiático

China y Japón firmaron ayer en Pekín, como estaba previsto, su primer tratado de paz y amistad de este siglo, después de seis años de difíciles e intermitentes negociaciones. El tratado fue firmado en Pekín por los ministros de Asuntos Exteriores de ambos países, Huang-Hua y su homólogo japonés, Sunao Soda, en una ceremonia a la que asistió el presidente chino, Hua Kuo-feng.

El documento no entrará en vigor, no obstante, hasta que no sea ratificado por Japón e intercambiados en Tokio los documentos de ratificacion que ya han sido sometidos para visto bueno al emperador Hiro Hito.La cláu...

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China y Japón firmaron ayer en Pekín, como estaba previsto, su primer tratado de paz y amistad de este siglo, después de seis años de difíciles e intermitentes negociaciones. El tratado fue firmado en Pekín por los ministros de Asuntos Exteriores de ambos países, Huang-Hua y su homólogo japonés, Sunao Soda, en una ceremonia a la que asistió el presidente chino, Hua Kuo-feng.

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El documento no entrará en vigor, no obstante, hasta que no sea ratificado por Japón e intercambiados en Tokio los documentos de ratificacion que ya han sido sometidos para visto bueno al emperador Hiro Hito.La cláusula dos del texto, relativa a las ambiciones hegemónicas en la región y a la decisión de ambos países de oponerse a los «intentos por parte de otro país o grupo de países de imponer la hegemonía», ha sido inmediatamente considerada en Moscú como dirigida contra la URSS.

La agencia de noticias japonesa Kyodo y el diario Yomiuri Shimbum publicaron ayer el texto del tratado, definido en su preámbulo como esencialmente destinado a fomentar las relaciones pacíficas y amistosas entre China y Japón.

Las negociaciones para la firma de este tratado habían comenzado en 1972 con el viaje a Pekín del entonces primer ministro japonés Kakuei Tariaka. Las dificultades que presentaba el texto original chino y la insistencia de Pekín en las cláusulas contra el hegemonismo en Asia, que Japón no quiso aceptar en su redacción original para no enfrentarse a la Unión Soviética, hicieron que las conversaciones fueran interrumpidas en 1975. Reanudadas en julio último, la conclusión del acuerdo ha sido relativamente rápida.

Las airadas reacciones que ha suscitado la firma de este tratado en la URSS, y las amenazas, abiertas y veladas de Moscú hacia Pekín. confirman la importancia de un documento que ya los observadores políticos costintuyen como destinado a cambiar el actual equilibrio estratégico en el noroeste asiático.

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Con la misma inquietud que la URSS, el Gobierno de Taipeh (Formosa) indicó ayer indirectamente que el tratado «pone en peligro la seguridad en el noroeste asiático e implica a Japón en más conflictos con los comunistas».

El profesor Tasi Wei-ping, del Instituto de Relaciones Internacionales de Formosa, declaró ayer que el acuerdo fue posible gracias a concesiones de Pekín y de Tokio a la estrategia norteamericana de «jugar la carta china ».

La firma del tratado, aunque sea de una manera formal, pone fin en Asia a la segunda guerra mundial ya que ambas naciones se declaran en paz por vez primera en este siglo. Formalmente, ningún tratado de paz se ha firmado entre las dos naciones desde que ambas se declararon la guerra en 1930.

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