Washington facilitó la invasión soviética de Checoslovaquia

Estados Unidos garantizó a la Unión Soviética, en agosto de 1968, que no intervendría en el caso de que las tropas del Pacto de Varsovia decidiesen ocupar Checoslovaquia, como así ocurrió poco después. Por otra parte, Moscú trató de convencer a los políticos checoslovacos de la «Primavera de Praga» de que era inútil toda resistencia y que cualquier apoyo que recibiesen de los part¡dos eurocomunistas sería absolutamente infructuoso. Estos detalles se incluyen en las memorias del ex secretario del Comité Central del PC checoslovaco y miembro del movimiento Carta 77, Zdenek Mlynar. Es...

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Estados Unidos garantizó a la Unión Soviética, en agosto de 1968, que no intervendría en el caso de que las tropas del Pacto de Varsovia decidiesen ocupar Checoslovaquia, como así ocurrió poco después. Por otra parte, Moscú trató de convencer a los políticos checoslovacos de la «Primavera de Praga» de que era inútil toda resistencia y que cualquier apoyo que recibiesen de los part¡dos eurocomunistas sería absolutamente infructuoso. Estos detalles se incluyen en las memorias del ex secretario del Comité Central del PC checoslovaco y miembro del movimiento Carta 77, Zdenek Mlynar. Estas memorias aparecerán en breve, en forma de libro, bajo el título La helada nocturna.

Mlynar se refiere en su libro a una conversación mantenida por Brejnev con el entonces presidente norteamericano Johnson, al que sondeó sobre una posible reacción armada de Estados Unidos respecto de una entrada de las tropas de cinco países de la alianza oriental en territorio checoslovaco como medio de terminar con el Gobierno aperturista de Dubcek. Al parecer, Johnson garantizó a su colega soviético que cumpliría lo acordado por ambos países en las conferencias de Yalta y Potsdam, es decir, que consideraba plenamente actual la distribución de Europa en dos zonas de influencia, con lo cual facilitó la invasión.

Cuatro días después de la invasión de Praga, exactamente el 25 de agosto, el propio Mlynar se trasladó a Moscú, donde ya se encontraban el hasta entonces jefe del PC checoslovaco, Alexander Dubeck, el presidente de la nación, Ludvik Svobada, y el entonces aspirante al primer puesto político en Praga y hoy jefe del Estado y del partido, Gustav Hussak.

Las negociaciones, según Mlynar, fueron muy duras. Brejnev, en un momento de furor, gritó a la delegación checoslovaca: «¿Qué creen que puede producirse en su favor? Absolutamente nada. Tito y Ceaucescu puede que lancen algún discurso, como también Berlinguer. Pero si ustedes basan su confianza en el apoyo que puedan prestarle los partidos comunistas de Europa occidental, sólo me queda decirles que éstos perdieron ya su peso hace cincuenta años.»

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