Entrevista:

"La ciencia está casi siempre al servicios de grupos dominantes"

Desde que el hombre de la calle y el intelectual comenzaron a preocuparse acerca de la generalización y extrapolación de los logros científicos, para crear lo que fueron los rudimentos de una filosofía de la ciencia, cuestiones aparentemente sencillas de dilucidar, como son los fines de la ciencia, sus motivaciones o su pretendida neutralidad permanecen hoy en la oscuridad, incluso para. muchos investigadores. En este contexto hemos solicitado la opinión de Antonio F. Rañada, decano de la facultad de Ciencias Físicas, con el que sostuvimos una conversación bajo el tema genérico de...

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Desde que el hombre de la calle y el intelectual comenzaron a preocuparse acerca de la generalización y extrapolación de los logros científicos, para crear lo que fueron los rudimentos de una filosofía de la ciencia, cuestiones aparentemente sencillas de dilucidar, como son los fines de la ciencia, sus motivaciones o su pretendida neutralidad permanecen hoy en la oscuridad, incluso para. muchos investigadores. En este contexto hemos solicitado la opinión de Antonio F. Rañada, decano de la facultad de Ciencias Físicas, con el que sostuvimos una conversación bajo el tema genérico de Ciencia y cambio social.

«La ciencia -dice el doctor Rañada- entendida como todo aquel conjunto de conocimientos que puede servir, por una parte, para comprender un poco mejor el mundo. y por otra, para añadir poder al hombre en su capacidad de vivir mejor y relacionarse con la Naturaleza, ha estado casi siempre al servicio de algún tipo de grupos dominantes de la sociedad. Estos grupos sociales han impuesto a la ciencia un modo muy particular de desarrollo, siendo así que el conseguir que la ciencia esté un poco más dirigida hacia las necesidades de la sociedad constituiría una auténtica revolución.»

Refiriéndose al problema de los fines de la ciencia, añade: «En un principio creo que la ciencia sirve al hombre. La cuestión está en si lo hace tal como debiera. Pienso que sí, pero favoreciendo más a unos que a otros. Esto es un poco como la historia de un libro de Rowell, en donde se dice que todos los hombres son iguales, aunque unos más iguales que otros.»

«No cabe duda de que en un determinado momento puede ser más útil a un número mayor de personas -continúa- el dedicar grandes cantidades de dinero, por ejemplo a la creación de muchos dispensarlos médicos, que en el desarrollo de unas técnicas terapéuticas muy brillantes y muy costosas. que redundan evidente mente en un gran prestigio profesional de sus descubridores. Entonces, en ese sentido, la disyuntiva estaría en buscar una cierta compatibilidad, entre obtener grandes logros científicos que resuelvan problemas muy difíciles y, al mismo tiempo, conseguir que la ciencia esté al servicio de la mayor par te de los seres humanos. Es aquí precisamente donde la ideología dominante juega un papel restrictivo, negando una más justa distribución de estos progresos.»

Ciencia utilizada

La ciencia como parte integrante de lo que entendemos por cultura humana, nunca se ha visto libre de manipulaciones. y el concepto de neutralidad ha sido posiblemente uno de los más usados para enmascarar su utilización clasista. «Decir que la ciencia es neutral -prosigue- puede ser cierto, pero no significa nada, porque está en abstracto, es un conjunto de conocimientos que río son ni neutrales ni no neutrales. La aplicación de esos conocimientos para modificar las condiciones de vida de la sociedad no es neutral, por la sencilla razón de que la han estado utilizando unos grupos con una ideología en particular. Se ha insistido mucho en que los científicos deben tomar una actitud apolítica. La ciencia es internacional, por encima de las fronteras, etcétera. En este sentido creo que esto ha sido hecho muchas veces con la intención de supeditar a los científicos, con este argumento falso, a las necesidades de una ideología determinada.»

Sin embargo, los problemas de relación entre ciencia e ideología comienzan a la hora de aplicar el método científico en la elaboración de una teoría. En este sentido el investigador se ve, lógicamente, prejuzgado y el sentido de sus descubrimientos se verá modificado a priori. «Hay que distinguir -continúa- dos niveles. Por un lado, el de la teoría en sí propiamente dicha, y por otro, el nivel de interpretación de una concepción global del saber humano. Por ejemplo, tomemos la relatividad general. Si cogemos un libro escrito por un científico capitalista y el libro escrito por Fock, especialista ruso en la materia, veremos que las ecuaciones son las mismas. Es curioso: Fock en este libro cita extensamente algunas obras de Lenin, en particular la de Materialismo y empirocriticismo, afirmando que gracias al conocimiento de este libro le ha sido más fácil desarrollar estas teorías. No cabe duda, entonces, que estos dos científicos a nivel de las ecuaciones, posiblemente, estén de acuerdo. Sin embargo, en cuanto a la interpretación global del conocimiento humano que puedan extraer de estas fórmulas, es muy probable que estén en desacuerdo.»

La idea de Gorki sobre el gobierno de los científicos tiene para Antonio F. Rañada un sentido muy restrictivo. Opina que deben ser utilizados en cuanto que son personas con una preparación especial sobre aspectos muy específicos, pero sería precisamente esta superioridad institucionalizada la que les llevaría a erigirse en una nueva casta: «El investigador -dice- tiene un papel enormemente importante en la sociedad, pero creo que debemos huir de crear nuevas aristocracias, ya que en un cambio social los intelectuales están, aunque no lo quieran, lejos de los verdaderos problemas o, por lo menos, en algunas ocasiones tienen la capacidad de crear teorías sin sentir muy en la carne estos verdaderos problemas. »

La Universidad del futuro

Según el doctor Rañada, se abre ante los actuales universitarios un período muy interesante en el que se planteará la construcción entre todos de la nueva Universidad. Está claro que no va a comenzar una etapa de depuraciones, ni de transformaciones excesivamente radicales, pero también es obvio que las Ilusiones y la voluntad de cambio en gran parte de los dos estamentos es algo que evidentemente habrá de tomar forma. «Hablar de lo que debe hacer la Universidad -explica-, tal y como está hoy, no es ni siquiera interesante, ya que hay que partir de la base de que aquélla actualmente está muy mal. La Universidad debe estar supeditada al servicio de la sociedad. La dificultad aparece cuando nos planteamos al serv lelo de qué sociedad y quiénes la encarnan realmente. Este es un problema difícil sobre el que, normalmente, se han dado contestaciones muy simplistas. Se habla del pueblo en abstracto, se habla de unas ciertas clases, etcétera. Todas estas respuestas contienen una gran dosis de verdad, pero muchas veces suelen ser una simplificación de la realidad. No cabe ninguna duda de que, con gran frecuencia, la Universidad actual a nivel internacional, y muy específicamente en España, ha estado al servicio de unos intereses que no son los de toda la sociedad.»

Definir cómo será la nueva Universidad es una cuestión muy difícil y, en el mejor de los casos, sólo es posible apuntar algunas de sus características: «La Universidad no debe ser autoritaria -concluye el decano de Ciencias Físicas de la Universidad Complutense de Madrid- Mucha oente estará de acuerdo con esto. Debe estar de acuerdo con las fuerzas sociales existentes, para comprender rnejor cuáles son las necesidades que ha de resolver. Será una Universidad flexible, capaz de amoldarse, no como la que hemos tenido hasta ahora, caracterizada por sus rígidas estructuras tan difíciles de modificar; con una capacidad de adapta ción a posibles cambios o enfoques que deba corregir; una Universidad que deba relacionarse con sectores que tradicionalmente han estado fuera de ella, pero que pueden enriquecerla, y, desde luego, debe ser más exigente consigo misma. Esto último es algo necesario, ya que, hasta ahora, la sociedad Española no necesita un nivel elevado en sus universitarios. Precisaba sólo de unos títulos y prácticamente nada más.»

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