Editorial:

Conversaciones sobre Oriente Próximo

LAS CONVERSACIONES en Gran Bretaña sobre Oriente Próximo entre los ministros de Asuntos Exteriores de Israel, Egipto y el secretario de Estado norteamericano constituyen un signo de progreso en el reforzamiento del principio de negociación introducido por el viaje del presidente Sadat a Israel en noviembre de 1977 y luego confirmado en los recientes contactos de Shimon Peres y Sadat en Viena y los intentos de mediación del vicepresidente de los Estados Unidos, Walter Mondale. Pero no van a encontrarse rápidos resultados: la obtención de éstos, de por sí difícil, se complica por el recrudecimi...

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LAS CONVERSACIONES en Gran Bretaña sobre Oriente Próximo entre los ministros de Asuntos Exteriores de Israel, Egipto y el secretario de Estado norteamericano constituyen un signo de progreso en el reforzamiento del principio de negociación introducido por el viaje del presidente Sadat a Israel en noviembre de 1977 y luego confirmado en los recientes contactos de Shimon Peres y Sadat en Viena y los intentos de mediación del vicepresidente de los Estados Unidos, Walter Mondale. Pero no van a encontrarse rápidos resultados: la obtención de éstos, de por sí difícil, se complica por el recrudecimiento de la situación militar en el Líbano, Siria, Jordania y otros países árabes pueden dejar de sentirse representados en la política negociadora egipcia en la medida que empeore la guerra civil libanesa. En ellos pueden volver a surgir los ánimos guerreros. nunca completamente extinguidos.Con mucha capacidad de iniciativa en sus manos, Israel se encuentra en la disyuntiva de alentar la moderación árabe o de provocar, por el contrario, una nueva escalada militar abocada a la fatalidad de la próxima guerra. Referirse a la guerra del Líbano en el marco de unas negociaciones que, en principio, no se refieren a aquel país y no comprenden sino el destino de los territorios conquistados a Egipto y Jordania en la guerra de 1967, no responde sino al examen de las tensiones de fuerzas en la limitación geográfica de Oriente Próximo que las hace aparecer como líquidos en vasos comunicantes. Israel no puede ser belicoso en el Líbano y pacífico en Leeds, moderado frente a Egipto y agresivo con Siria. Esta vez, el relativo auge de las actitudes israelíes favorables a una solución negociada, que ya han causa do fricciones en el Gabinete Beguin, así como la búsqueda por parte de los Estados Unidos del arreglo pacífico y del equilibrio militar, hacen más difícil la alternativa de las armas para Israel. Arabes e israelíes están condenados a vivir juntos y posiblemente la mejor política de Tel Aviv sea aquella que facilite el diálogo con los Gobiernos que son moderados. como el del presidente Sadat, y que, a la vez, son plenos interlocutores válidos, la intransigencia ante ellos sólo puede ocasionar su sustitución política por Gobiernos recíprocamente belicosos.

Pero los árabes tampoco pueden olvidar que no se ganan las guerras en vano y que un país con graves problemas de seguridad exterior, como Israel. no puede abandonar fácilmente los territorios conquistados que luego se han convertido en avanzadillas defensivas. Por ello Israel no aceptó el plan espacio de retirada de Cisjordania y Gaza y de reconocimiento del derecho de autodeterminación de la población, aunque tal rechazo no parece suponer la obstrucción de las conversaciones que versarán forzosamente sobre el gradual abandono de la zona y sobre el mantenimiento de una cierta presencia militar israelí en ella. En definitiva, para que las conversaciones de Leeds tengan alguna posibilidad de éxito. Israel tendrá que definir claramente sus exigencias de seguridad, despojándolas de cualquier animo colonialista. Egipto y los demás países árabes -Jordania en particular- deberán comprender que las fronteras del 67 no son las únicas posibles. Además, tarde o temprano, un Estado palestino tendrá allí plena existencia. Esta, como la existencia de los demás Estados árabes, deberá conjugarse. de ahora en adelante, con la seguridad de Israel, garantizada por los acuerdos con sus vecinos.

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