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El error de los objetos energéticos / 2

Comparando los tres últimos Planes Energéticos podemos observar que los llamados planificadores tienen algo en común, que es el haberse equivocado sistemáticamente en el devenir de la economía española.De la observación del cuadro se deduce lo siguiente:

Se trata de planes expansivos que no quieren aceptar la crisis energética, económica y ecológica mundial, y la más grave aún crisis española.

La megalomanía de los planificadores del 75 les llevó a esperar casi doscientos millones de toneladas equivalentes carbón (TEC) para 1985. Esto querría decir que en los próximos ocho años t...

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Comparando los tres últimos Planes Energéticos podemos observar que los llamados planificadores tienen algo en común, que es el haberse equivocado sistemáticamente en el devenir de la economía española.De la observación del cuadro se deduce lo siguiente:

Se trata de planes expansivos que no quieren aceptar la crisis energética, económica y ecológica mundial, y la más grave aún crisis española.

La megalomanía de los planificadores del 75 les llevó a esperar casi doscientos millones de toneladas equivalentes carbón (TEC) para 1985. Esto querría decir que en los próximos ocho años tendría que doblar el consumo de energía, es decir, aumentar el consumo tanto como en toda la historia anterior.

Urbanista y ecologista

Dirección: Carlos Morales Mengotti.Fotografía: Augusto Fernández Balbuena. Montaje: Gloria Carrión. Filme encuesta. Color . España. 1978. Local de estreno: Peñalver.

El Plan del 77 bajó a 153 y el Plan que se discutirá en el Parlamente baja a 145. A pesar de todo, siguen siendo Planes expansionistas, de los que lo peor que puede pasar es que se lleguen a cumplir, ya que cuanto más energía se consuma más vulnerable será la economía del Estado español.

Continuando con nuestro análisis, hemos realizado un cuadro sobre la estructura de las energías primarias (cuadro 2).

Lo primero que se puede observar de este cuadro es que los porcentajes de la hidroelectricidad y del carbón permanecen muy parecidos en los diversos planes y que donde están las profundas transformaciones es en la estrategia de reducir el petróleo y aumentar la nuclear.

En el último Plan incluso se reduce gravemente la participación del gas natural al 5,3%, cuando en estos momentos Enagás está terminando una red de gasoductos que cubre once provincias, entre ellas casi todas las más industrializadas, y que los contratos por veinte años con Argelia, susceptibles de ampliación, van a permitir una gran abundancia de esta energía poco contaminante y barata, situada en un país cercano.

De este cuadro se deduce el gran triunfo de la energía nuclear, que, aunque no ha podido cumplir la megalomanía del Plan del 75, todavía sigue teniendo una importancia desmesurada.

Pero para entender el porqué del crecimiento gigantesco de la nuclear, hemos elaborado el cuadro número 3. Este cuadro sobre la desbordante energía nuclear nos enseña muchas cosas, entre las que destacamos las siguientes:

1.º Las previsiones de incremento anual del consumo de la energía eléctrica en porcentajes no se han confirmado ni se confirmarán.

2.º El porcentaje de la energía nuclear sobre la energía eléctrica ha bajado del 56% aberrante y enloquecido del PEN 75, que ésta planteaba para 1985, hasta el 37,5 % que plantea el último Plan a discutir en el Parlamento. Obsérvese que el Plan Carter sólo plantea para la misma fecha en Estados Unidos el 20% en energía nuclear, mientras que España plantearía el 37,5%.

3.º La participación de la energía nuclear sobre el total de la energía primaria producida en el país ha bajado casi del 23% al 15%, aproximadamente, siendo de notar que el Plan que irá al Parlamento propone prácticamente el mismo porcentaje que el Plan Oliart. Si observamos que el Plan Carter sólo prevé para 1985 el 8% de energía nuclear, mientras que España se propone casi el 15 %, no dejará de ser sorprendente esta curiosa actitud del país inventor de las nucleares, que las vende a terceros países para que sean utilizadas con doble intensidad que las que los propios Estados Unidos las usan.

Las dos últimas columnas del cuadro sobre el número de nucleares que se pretendían instalar para mediados de los años ochenta, nos muestran que desde la locura de UNESA y el Primer Plan Energético, con veintisiete nucleares, se han quedado en unas diez u once en el último Plan, y de los 23.500 megawatios del principio se quedan en 10.500, suponiendo que, además de las siete en construcción, se construyesen tres o cuatro más.

De esta columna se observa, pues, que los Planes sucesivos, una vez reconocida la imposibilidad de llevar a cabo el gigantismo nuclear, no por la oposición ecologista, sino por la propia locura económica que ello suponía, mantienen al menos la consolidación de todos los errores de UNESA al haber ido adquiriendo centrales nucleares que ni eran necesarias ni posibles financiera y económicamente. En la actualidad hay exceso de potencia eléctrica instalada en España y exceso de capacidad de producción, y en el momento en que las nucleares entren en funcionamiento, si alguna de ellas consiguiera llegar a hacerlo, habrá que parar las térmicas de petróleo e incluso algunas de las de carbón, como ya sucedió en el año 77, en que hubo bastante lluvia.

Gracias a la política hidráulica de los años difíciles, todavía el año 77 se produjo casi la mitad de la energía eléctrica a partir de la hidroelectricidad de los embalses y los saltos de pie de presa.

Contrariamente a lo que ocultan los Planes energéticos, el potencial hidroeléctrico español no está seriamente evaluado; sólo existe un concepto que se llama «potencial hidroeléctrico estudiado» que consiste en los saltos hidroeléctricos y presas de fácil rentabilidad, para los que existen proyectos y concesiones hechas a las grandes compañías, y que, paradójicamente, están listados desde el año 1973 y en los planes de UNESA, pero prácticamente casi ninguno se ha llevado a cabo. Puede decirse que la potencia energética nuclear que se está instalando pudiera haber sido construida toda ella con energía hidráulica, ya que hay un listado de concesiones y estudios hechos de presas y embalses.

Esto no se ha hecho porque las grandes compañías eléctricas, que han contraído en esto una gran responsabilidad histórica, no lo decidieron así, según se prueba en el Plan Eléctrico Nacional 76-85.

Las gigantescas inversiones de capital iban a las nucleares, abandonando el carbón y el fuel y dejando casi en punto muerto las centrales hidráulicas. Si las centrales de bombeo siguen hacia adelante, era precisamente porque las nucleares, que no pueden parar de funcionar por la noche y a estas horas no hay consumo, necesitan las centrales de bombeo para elevar agua a embalses altos y que ésta pueda ser turbinada durante el día.

Todas las proyecciones de demanda de energía eléctrica llevadas a cabo por UNESA y por los llamados Planes Energéticos han sido infladas con el fin de justificar la contratación de centrales nucleares.

Ello producirá un exceso de potencia instalada, lo que habrá supuesto un gigantesco despilfarro de inversiones en nucleares que dejan inutilizadas la mayoría de las centrales térmicas, de fuel e incluso algunas de las nuevas de carbón.

Esto es reconocido así en el último Plan Energético Nacional que se discutirá en el Parlamento, hasta el punto de aceptar que muchas de las térmicas de fuel descenderán en su funcionamiento por debajo de las 2.000 horas al año, mientras que las nucleares funcionarán a 5.700 horas al año. Lo que no dicen es que a pesar de todo seguirá sobrando energía eléctrica y que para amortizar las inversiones deberán ser pagadas por todos los españoles.

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