Cartas al director

Las obras sociales de la Caja de Ahorros

Nuestra intención, como trabajadoras de la enseñanza despedidas de la Escuela Profesional Femenina Santa María del Castillo, de Buitrago, obra social de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Madrid, es denunciar la situación conflictiva que, tanto a nivel laboral como docente, se viene dando en este centro durante los cuatro años, que lleva funcionando, situación que, en nuestra opinión, es causa directa de nuestros despidos, y desmitificar, al mismo tiempo y a los ojos de la opinión pública, el mal utilizado concepto de «obra social», al contrastarlo con la realidad que actualmente vivimos ...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Nuestra intención, como trabajadoras de la enseñanza despedidas de la Escuela Profesional Femenina Santa María del Castillo, de Buitrago, obra social de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Madrid, es denunciar la situación conflictiva que, tanto a nivel laboral como docente, se viene dando en este centro durante los cuatro años, que lleva funcionando, situación que, en nuestra opinión, es causa directa de nuestros despidos, y desmitificar, al mismo tiempo y a los ojos de la opinión pública, el mal utilizado concepto de «obra social», al contrastarlo con la realidad que actualmente vivimos a través de este caso concreto.Es, evidente que la Caja de Ahorros de Madrid, cuando decidió emprender una obra de tal envergadura como es el citado centro, convertido en su obra social «estrella» no se planteó el asumir las responsabilidades que a todos los niveles deberían derivarse de ello, limitándose a mantenerlo económicamente en concepto de subvención, como forma de vender un producto, desconociendo la realidad humana y los fines que ha de cumplir una obra social.

Como consecuencia de esta política de desinterés, se produce la delegación de poderes y responsabilidades en órdenes religiosas, dando lugar, no sólo a una educación autoritaria, represiva y desconectada de la realidad social en la que vivimos, sino también a una serie de arbitrariedades y tensiones en el aspecto laboral que entorpecen la actividad docente normal y que los organismos directivos de la obra social no se interesan absolutamente por solucionar.

A lo largo del año desfilan por la escuela miles de impositores que, invitados por la caja y agasajados por la dirección del centro, se recrean inoportunamente ante el magnífico fruto del «interés más desinteresado», que, tristemente, sin embargo, se reduce a un simple escaparate, donde las alumnas, en medio de un ambiente de miedo y descontento, reciben una preparación desfasada y deficiente.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Quisiéramos dejar claro que las escuelas de Buitrago no quieren limitarse a ser una simple subsección del departamento de publicidad de la Caja de Ahorros, ni una fundación benéfica en donde siga famentándose la práctica de la caridad mal entendida y el chantaje de la limosna. Creemos que las obras sociales deben ser otra cosa, y por defenderlo así, se han producido nuestros despidos.

Archivado En