Tribuna

El telón que no se levantó

En lo sucesivo, se pensará en que los Mundiales los inauguren dos selecciones que no tengan nada que temer del fútbol y de sus resultados. Si en lugar de haber jugado en el estadio del River Plate las selecciones de Alemania y Polonia porque habían sido la primera y la tercera del Mundial anterior y además, las dos selecciones designadas por la cátedra para clasificarse en el grupo II, lo hubiesen hecho las que no tienen que temer nada porque la clasificación la tienen ya tan perdida por delante como la vida del pirata de Espronceda, o sea las de México y Túnez, los aficionados bonaerenses que...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

En lo sucesivo, se pensará en que los Mundiales los inauguren dos selecciones que no tengan nada que temer del fútbol y de sus resultados. Si en lugar de haber jugado en el estadio del River Plate las selecciones de Alemania y Polonia porque habían sido la primera y la tercera del Mundial anterior y además, las dos selecciones designadas por la cátedra para clasificarse en el grupo II, lo hubiesen hecho las que no tienen que temer nada porque la clasificación la tienen ya tan perdida por delante como la vida del pirata de Espronceda, o sea las de México y Túnez, los aficionados bonaerenses que llenaron el graderío hubiesen visto un mejor partido -porque peor no puede ser- y una coda válida a las vistosísimas ceremonias inaugurales, a las que alemanes y polacos pusieron contera de plomo.Dos puntos definen una línea recta y cuatro 0-0 en los partidos inaugurales de Inglaterra (Inglaterra-Uruguay), de México (México-Unión Soviética), de Alemania (Brasil-Yugoslavia) y el actual, hacen pensar que lo más práctico es acudir al sorteo, si no se quiere apelar a un inaugural servido por «desperados» (como dicen en mal español en Arizona) y a los equipos nacionales que el azar empareje, se les coloca un 0-0 para empezar y para terminar y al que le toque, ya sabe que empieza ganado o perdiendo un punto, según se mire. El principio es, o debería ser, que los que tienen algo que perder no sirvan para inaugurar.

En realidad fue ayer, en la segunda jornada, en donde se inauguró el Mundial con los dos partidos del grupo I que comienzan las hostilidades en él y por el que faltaba en el grupo II para completar lo que dicen que comenzó, el jueves, en el Alemania-Polonia, osea, el México-Túnez. En esta jornada se vio, por lo pronto, la presentación argentina contra los húngaros, una selección que siempre juega a la alta escuela centroeuropea, con rachas de estar entre las primeras del mundo. Su época actual es de transición, pero no dejará de exhibir su estilo acrisolado. La definición del juego argentino era la gran incógnita, y de la producción de los pupilos de Menotti en este partido se puede anticipar ya no poco de su futuro.

También se vio el gran choque del fútbol latino entre Italia y Francia, porque el otro miembro de la latinidad futbolística, que es España, juega por libre en grupo aparte y sólo si sigue adelante podría protagonizar un encuentro de alta temperatura latina. En la cota de las apuestas Italia marcha por delante de Francia. En la temperatura del pronóstico después de ver sus malos resultados en preparación de los «azurri», el fútbol francés parecía mejor librado, más compacto, con menos ases (pese a Platini). Una y otra selección están llamadas a sobrevivir y en cambio, no sería probable que ambas tuviesen que retornar el 12 de erste mes a Europa.

El México-Túnez, seleccíones sobre las que descargará el desquite de los malos inauguradores, era un encuentro de trámite. Es decir, de los que no sirven para ver algún trecho de futuro en el Mundial que levanta en realidad el telón con dos incógnitas después del simulacro inaugural. La incógnita de Argentina, que puede llegar hasta la final y la incógnita de uno de los semifinalistas representantes, por la vía del primer grupo, del fútbol latino.

Archivado En