Tribuna:

Farsa premundialista

La posible buena entrada de esta noche en el histórico Molinón gijonés, con un público curioso, al menos, de presenciar un encuentro internacional de la selección, después de veinte años de abstinencia, no se lo merece el egoísta fútbol español. La Federación, primera culpable, y Kubala, subsidiario, bailarán hoy en la cuerda floja de la ofensa a los aficionados y a su propio, ridículo. Si a ello añadimos que RTVE lo ofrecerá a toda España, el espectáculo puede convertirse en lamentable.El último partido jugado por la selección ante Italia el 25 de enero tuvo ya sus defectos, pero al menos fue...

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La posible buena entrada de esta noche en el histórico Molinón gijonés, con un público curioso, al menos, de presenciar un encuentro internacional de la selección, después de veinte años de abstinencia, no se lo merece el egoísta fútbol español. La Federación, primera culpable, y Kubala, subsidiario, bailarán hoy en la cuerda floja de la ofensa a los aficionados y a su propio, ridículo. Si a ello añadimos que RTVE lo ofrecerá a toda España, el espectáculo puede convertirse en lamentable.El último partido jugado por la selección ante Italia el 25 de enero tuvo ya sus defectos, pero al menos fue de entidad. El escenario, sin embargo, semivacío como siempre, se llevó por enésima vez a Madrid, donde la selección tiene menos calor que un equipo de regional. Ahora, en cambio, cuando por una vez desde hace un año y dos días exactamente, la selección «sale» a provincias, el partido podría celebrarse a puerta cerrada sin ningún problema. El 27 de marzo del pasado año Hungría sí fue un enemigo de categoría -aunque solitario, según la costumbre-. Alicante vio un verdadero partido amistoso de preparación, pero Gijón, hoy, debería volverse totalmente de espaldas a un simulacro.

Lo más triste de todo es que necesariamente habrá que escribir sobre ello, cuando las perspectivas son tan negativas. El entrenamiento de hoy, por llamarle de alguna forma, puede recordar muy mucho a los tongos del boxeo. España, que no cuenta en sus filas ni con albañiles ni con carteros aficionados al fútbol, recién salidos de las nieves invernales, deberá tener el «cuidado» de no poner KO a su débil rival en el primer asalto; de no golearle, vamos. Pero si no lo hace corre el peligro del ridículo, por poco -sorpresas, aparte- que jueguen sus rivales.

La ahorrativa federación, los clubs que mandan en ella con su calendario al copo de fechas, han puesto a Kubala y sus muchachos en el disparadero de esta farsa premundialista.

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