Asesinato del director general de Instituciones Penitenciarias

El atentado fue cometido por tres jóvenes

Jesús Miguel Haddad Blanco, de 39 años, director general de Instituciones Penitenciarias, fue asesinado en la mañana de ayer por tres jóvenes que iban armados con una metralleta y dos pistolas. El atentado, en el que el señor Haddad recibió trece disparos, fue cometido cuando el director general acababa de salir de su domicilio en la calle Cartagena, 20, y se encontraba en el interior de un vehículo oficial. En el momento en que los autores del asesinato dispararon, su esposa se encontraba despidiendo al señor Haddad desde el balcón de su vivienda.

Sobre las diez menos veinte de la maña...

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Jesús Miguel Haddad Blanco, de 39 años, director general de Instituciones Penitenciarias, fue asesinado en la mañana de ayer por tres jóvenes que iban armados con una metralleta y dos pistolas. El atentado, en el que el señor Haddad recibió trece disparos, fue cometido cuando el director general acababa de salir de su domicilio en la calle Cartagena, 20, y se encontraba en el interior de un vehículo oficial. En el momento en que los autores del asesinato dispararon, su esposa se encontraba despidiendo al señor Haddad desde el balcón de su vivienda.

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Sobre las diez menos veinte de la mañana de ayer el señor Haddad, como todos los días, salió de su domicilio y penetró en un automóvil oficial, un Seat 1430, azul; su conductor, José Moreno Pérez, le esperaba desde hacía unos veinte minutos.Instantes después y cuando el señor Moreno se dirigía hacia la puerta delantera del automóvil, tres jóvenes, «uno de ellos muy jovencito», vestidos con prendas azul oscuro, rodearon el vehículo. Mientras uno de ellos empujaba al conductor al suelo. y le ordenaba no moverse, sus compañeros, a través de la ventanilla trasera del lado derecho, descargaban, al parecer, un cargador de pistola y otro de metralleta sobre el cuerpo del señor Haddad.

El ruido de los disparos hizo que los empleados de la gasolinera sita en el número 17 de la calle se fijaran en el chófer tumbado en el suelo y en un joven que vestía una gabardina clara y que llevaba un objeto debajo de la misma. Inmediatamente advirtieron cómo al terminar las dos ráfagas, que fueron acompañadas de disparos aislados, los tres jóvenes abandonaron la escena, primero andando rápidamente y después corriendo en dirección a la calle Martínez Izquierdo.

Según la versión más común allí se encontraba un automóvil en el que otro comando esperaba el resultado del atentado. En este automóvil los autores habrían huido quizá en dirección a la M-30.

A los pocos segundos de producirse los disparos, al parecer trece, ya que todos alcanzaron al señor Haddad, su esposa, que había presenciado la escena desde la terraza del tercer piso, bajó corriendo. Inmediatamente, el conductor, tras ver el estado del señor Haddad, entró en el automóvil con la esposa del fallecido y el encargado de la gasolinera situada enfrente y se dirigió hacia la Ciudad Sanitaria Provincial Francisco Franco, en donde ingresé cadáver.

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«Sólo vi cómo el conductor se levantaba y a don Jesús sangrando por todos los lados, especialmente del pecho. No vi a los jóvenes porque sólo me fijé en cómo había quedado el hombre después de los disparos. Me metí en el automóvil, en la parte delantera, al lado del conductor. Detrás su mujer y él, que no hacía más que sangrar. En ningún momento se movió, por lo que pensamos que ya estaba muerto», manifestó a EL PAÍS el encargado de la gasolinera. «A pesar de ello -continuó el empleado de la estación de servicio, que no quiso dar su nombre- su esposa decía que fuéramos más rápido al hospital. Cuando llegamos fue atendido por el equipo de Urgencias y al rato salió una enfermera que me dijo que estaba muerto.»

Ya en el hospital, el conductor llamó al Ministerio para informar sobre la muerte del director general de Instituciones Penitenciarias. «Ha recibido trece disparos, en todas partes, en especial en el pecho, en el tórax. Una de las balas le alcanzó directamente en el corazón y le produjo la muerte instantáneamente», manifestó a EL PAÍS el doctor Carlos Ruiz Soto, subdirector de la ciudad sanitaria.

Sobre las características personales de los autores y a pesar de que tanto el encargado de la gasolinera como otras personas, entre ellas el ocupante de, un vehículo estacionado, testigos parciales del atentado, se presentaron voluntariamente para prestar declaración, lo único que se sabe es su edad, de unos dieciocho a veinticuatro años, su vestimenta y el modo de actuar que, según algunas. fuentes policiales, se asemeja bastante a la que usaron los autores del atentado contra la patrulla de policía de barrio, cometido hace unos días en Vallecas, y en el que uno de los policías perdió la vida.

En el lugar del atentado fueron posteriormente encontrados once casquillos de calibre nueve Parabellum.

No quería escolta policial

Según informaron fuentes gubernamentales, el ministro de Justicia, Landelino Lavilla, le había ofrecido al señor Haddad, nada más ocupar su cargo, una escolta policial que, según parece, no fue aceptada. A pesar de ello y, según manifestaron los empleados de la gasolinera, algunas veces un hombre acompañaba al director general fallecido en el automóvil que le llevaba a su domicilio por las tardes.

El motivo de este ofrecimiento de protección policial, renovado el pasado lunes, se debía, al parecer, a que en las últimas semanas había recibido amenazas de muerte.

Además de la esposa del fallecido acudieron al centro sanitario la madre del señor Haddad y la hermana del mismo, que trabaja como enfermera en la misma Ciudad Sanitaria Francisco Franco. Poco después llegaba el juez de instrucción del juzgado número nueve señor García Ancos, que se ocupó de las diligencias judiciales.

Nada más conocerse la noticia la Dirección General de Seguridad y la Dirección General de la Guardia Civil dieron la alerta a todos los coches patrulla de sus respectivos cuerpos y comenzaron a instalarse fuertes controles en puntos claves de Madrid y en las carreteras de salida de la capital. Al mismo tiempo se incrementaron las dotaciones de servicio y se esperaba que el despliegue policial montado diera algunos frutos a lo largo del día.

El desconocimiento del itinerario usado en la huida e incluso la marca del automóvil, supuestamente usado por los jóvenes autores, hizo que el radio de acción de búsqueda fuera muy amplio.

Por otra parte, el hecho de tener aparcado el automóvil en una calle cercana, en previsión de que la huida estuviera obstaculizada por el tráfico, demuestra que los autores del atentado habían planeado todos los detalles.

Otras fuentes informaron asimismo que los autores podrían haber estado esperando a su víctima en algún utomóvil aparcado, que luego habrían abandonado. En este sentido parece que se investigaron las matrículas de los automóviles aparcados en la zona. De ser cierta esta información quedaría aclarado el por qué nadie se fijó en los autores hasta que cometieron el asesinato, a pesar de que el señor Haddad se retrasó ayer en bajar de su domicilio más de un cuarto de hora.

Reivindican el atentado

Unas supuestas Brigadas Rojas de Francfort llamaron ayer a Diario 16 para decir con acento alemán «parlamos hace cinco días, hoy el primero; mañana, otro». Según el citado diario la voz podría ser la misma que el pasado día 18 llamó en nombre de las Brigadas Rojas de Francfort para decir «los responsables de la muertede Agustín Rueda serían ajusticiados».

Sin embargo, la coincidencia de datos entre el atentado de hace dos semanas en Vallecas y el ocurrido ayer por la mañana, junto con el desconocimiento que en Alemania se tiene sobre estas Brigadas Rojas de Francfort, hacen creer, en medios policiales, que la llamada recibida carece de verosimilitud.

Según se informó también ayer, el diario Deia, de Bilbao, había recibido una nota firmada por los GRAPO en la que se reivindica este atentado de Vallecas. La nota, que llevaba matasellos de Madrid, tenía fecha del 20 de marzo.

Con respecto a la supuesta venganza de las citadas Brigadas Rojas hay que señalar que Jesús Miguel Haddad había visitado el pasado día 14 la cárcel de Carabanchel para interesarse por los hechos ocurridos, que terminaron con la muerte de Agustín Rueda. Por este mismo tema el señor Haddad había suspendido su viaje a Málaga que tenía que haber realizado en la tarde de ayer y en el que como es tradicional tendría que haber presidido el desfile de la cofradía de Nuestro Padre Jesús el Rico, organización que tiene el privilegio, concedido por Carlos III, de liberar todos los años a un preso.

A mediodía de ayer se esperaba en el domicilio de la familia la llegada de los tres hijos mayores del señor Haddad que se encontraban en el colegio, el Liceo Francés, y a quienes la madre quería comunicar la noticia de la muerte de su padre.

Tal como había informado el subsecretario de Justicia, Díaz Ambrona, horas después del atentado, el cuerpo del señor Haddad será trasladado a Villalba de Adaja, en Valladolid, localidad en donde será enterrado hoy.

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