Ofrenda real en el campo de concentración nazi de Mauthausen
En nombre del Rey de España, el jefe de protocolo de la Casa Real, embajador Antonio Villacieros, y el conde de Montefuerte han ofrendado sendas coronas de flores ante el monumento levantado en el antiguo campo de concentración nazi de Mauthausen, cerca de Linz (alta Austria), en memoria de las 150.000 víctimas de los hitierianos, y ante el erigido a las víctimas españolas del nacional-socialismo alemán, que en número de 6.502 fueron asesinadas por los ocupantes hitlerianos que levantaron este campo de exterminio.
Este simbólico acto se ha interpretado como un deseo de la Corona de asum...
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En nombre del Rey de España, el jefe de protocolo de la Casa Real, embajador Antonio Villacieros, y el conde de Montefuerte han ofrendado sendas coronas de flores ante el monumento levantado en el antiguo campo de concentración nazi de Mauthausen, cerca de Linz (alta Austria), en memoria de las 150.000 víctimas de los hitierianos, y ante el erigido a las víctimas españolas del nacional-socialismo alemán, que en número de 6.502 fueron asesinadas por los ocupantes hitlerianos que levantaron este campo de exterminio.
Este simbólico acto se ha interpretado como un deseo de la Corona de asumir el papel de concilladora entre antiguas posiciones enfrentadas, cuya aproximación no se estimuló durante el régimen franquista. Una guardia de honor rindió honores primeramente delante de monumento general en recuerdo de todas las víctimas de los nazis del campo de Mauthausen. En un friso tallado de la piedra se explica el sentido del monumento: «Que el destino de los muertos sea enseñanza para los vivos.»En el segundo monumento, erigido con aportaciones de los republicanos españoles que abandonaron su patria después de la guerra civil, los dos representantes del Rey colocaron una corona con los colores de la bandera nacional y la leyenda: «A los españoles que murieron fuera de su patria.» Tallada en la piedra del monumento. se lee la inscripción: «A los 7.000 republicanos españoles muertos por la libertad.»
Los Reyes, en la Opera de Viena
Entretanto, don Juan Carlos y doña Sofía visitaban las instalaciones de las Fábricas Austriacas de Hierro y Acero, en Linz, una de las mayores empresas industriales estatales de Europa. Posteriormente, esta empresa ofreció a los Reyes y séquito español una comida en la que también tomó parte el presidente austriaco, Kirchschlaeger. Un representante de la empresa se felicitó durante los brindis de la presencia de los Reyes en la fábrica y expresó el deseo de una mayor cooperación hispano-austriaca en el sector industrial. Contestó el Rey con unas palabras improvisadas en las que reflejó los mismos deseos.
El viaje a Linz se realizó en un tren especial que recorrió la orilla derecha del Danubio.
A la hora de cerrar esta edición, los Reyes de España se encontraban en la Opera de Viena, como invitados de honor del llamado «baile de las debutantes», en el que tradicionalmente se presenta en sociedad a las hijas de las familias más adineradas de Austria. La prensa austriaca destaca a este respecto, en tono nostálgico, que «al fin un rey de verdad toma. parte en este baile», una de las muestras decadentes que aún perduran del tiempo de Francisco José y de la emperatriz Isabel, más conocida bajo el nombre de Sissi. En los medios frívolos de Viena, e incluso en los políticos, se especulaba hasta el último momento si el Rey iniciaría el baile con el inevitable vals de Strauss. Una marcha del rey del vals, dedicada a la bisabuela del Monarca español, ha vuelto a resonar en la gran sala del teatro de la Opera como homenaje a los Reyes de España.
Finalizada la visita oficial de los Reyes de España a Austria, que ha durado cuatro días, queda como balance una aproximación efectiva entre un País neutral por exigencia constitucional, como es la República austriaca, y España, aspirante a la CEE. A efectos de política exterior, ambos países desean cooperar en una serie de proyectos conjuntos para reactivar la presencia de ambos en la Europa socialista y en Latinoamérica.