Comienza a perfilarse en ltaIia un nuevo Gobierno sin comunistas

La solución de la crisis se ha puesto en marcha. Será una marcha lenta y difícil pero no traumática. El objetivo final perseguido, sobre todo por la Democracia Cristiana, es concluir en paz la legislatura y elegir nuevo presidente de la República a fines de año sin que se produzca un vacío de poder durante el llamado «semestre blanco» o de presidencia «vacante». Esto equivaldrá, posiblemente, a un nuevo Gobierno sin participación comunista.

Evitar una tercera interrupción de la legislatura inspira el sentido común de todos: de los comunistas, porque no creen que se conseguiría la cl...

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La solución de la crisis se ha puesto en marcha. Será una marcha lenta y difícil pero no traumática. El objetivo final perseguido, sobre todo por la Democracia Cristiana, es concluir en paz la legislatura y elegir nuevo presidente de la República a fines de año sin que se produzca un vacío de poder durante el llamado «semestre blanco» o de presidencia «vacante». Esto equivaldrá, posiblemente, a un nuevo Gobierno sin participación comunista.

Evitar una tercera interrupción de la legislatura inspira el sentido común de todos: de los comunistas, porque no creen que se conseguiría la clarificación sustancial de la situación sino más bien una mayor bipolarización en torno de democristianos y comunistas. Los partidos intermedios temen nuevas elecciones, porque, en las condiciones actuales, las urnas probarían su insignificancia electoral y supondrían quizás la defunción de algunos. Juegan además los intereses económicos del país.Andreotti, al aceptar, sin ninguna vinculación, el encargo de formar Gobierno, ha señalado los siguientes objetivos: «restituir la tranquilidad a todas nuestras ciudades, salvaguardar los puestos de los trabajadores y satisfacer las demandas laborales de los jóvenes e impedir que se vea comprometido de nuevo el valor de la lira. »

El ritmo que Andreotti tendrá que seguir en sus difíciles negociaciones con los partidos le será marcado por la Democracia Cristiana, que ayer reunió a su directiva y el lunes próximo convocará a sus grupos parlamentarios.

En realidad, Andreotti tendrá que pasar por el ojo de una aguja entre la fórmula de las abstenciones que acaba de entrar en crisis y el Gobierno con los comunistas. La Democracia Cristiana está dispuesta a todo, menos a gobernar con los comunistas; los comunistas, a su vez, no abandonan fácilmente su exigencia, y casi su derecho a participar, por lo menos, de un Gobierno de «emergencia» o de «salud nacional». Los partidos menores, posibles colaboradores de la DC en el Gobierno, vacilan entre abandonar el frente de la izquierda sin fracturarlo, o entrar en un centro que a la larga los atomizarla o instrumentalizaría.

Así, a Andreotti no le queda más remedio que proponer la misma fórmula de gobierno que condujo a la crisis, con un voto de apoyo en lugar de la abstención de los comunistas para un programa concreto, y la garantía de ofrecer algunas carteras a independientes de izquierdas, es decir, a parlamentarios electos en listas comunistas, aunque no sometidos a su disciplina. Esta solución puede parecer políticamente bizantina o propia del esprit florentin, pero salvaría la cara y las instituciones democráticas.

El Partido Socialista, posible vía mediadora

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La vía de mediación podría surgir del Partido Socialista, cuyo comité central concluyó ayer una reunión importante. Se discutió, en particular, la fecha del nuevo congreso del partido. Quienes quieren celebrarlo a fines de marzo (el secretario general Craxi y Signorile) se proponen reforzar sus posiciones de hegemonía y estarían dispuestos a colaborar con la Democracia Cristiana. Quienes preferían aplazar el congreso (Manca, De Martino) esperan que la presente realidad política impulse nuevos equilibrios internos y posibles alianzas. La mediación será inútil si el Partido Socialista no trabaja seriamente por una alternativa de izquierda, desenganchándose de los comunistas pero sin socialdemocratizarse. Este sería el proyecto de Craxi, con el cual confía en obtener una mayor capacidad de acción para la solución inmediata de la crisis. De otro modo, la democracia italiana irá inexorablemente hacia un régimen católico-comunista, o se verá obligada a aclarar las cosas con un choque frontal, que sería, acaso, el único modo de oscurecerlas definitivamente.

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