Tribuna:

La colonia italiana, más influyente

El día de ayer estuvo metido en sorteos. El de Madrid, para la Copa de España, sí fue real; «lo» de Buenos Aires, aunque sólo como preparación del de mañana sábado, casi un simulacro. En efecto, si la pureza del bombo madrileño dio como resultado enfrentamientos dispares, en la capital argentina se ha planteado un sorteo tan dirigido que quizá sea una advertencia seria cara al futuro por la influencia de intereses y presiones.Dentro de los octavos de final de la Copa de España, la suerte pura ha querido que un «segunda», Alavés o Zaragoza. llegue a los cuartos; los otros dos, Getafe y Tenerife...

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El día de ayer estuvo metido en sorteos. El de Madrid, para la Copa de España, sí fue real; «lo» de Buenos Aires, aunque sólo como preparación del de mañana sábado, casi un simulacro. En efecto, si la pureza del bombo madrileño dio como resultado enfrentamientos dispares, en la capital argentina se ha planteado un sorteo tan dirigido que quizá sea una advertencia seria cara al futuro por la influencia de intereses y presiones.Dentro de los octavos de final de la Copa de España, la suerte pura ha querido que un «segunda», Alavés o Zaragoza. llegue a los cuartos; los otros dos, Getafe y Tenerife, tendrán los premios de unas suculentas taquillas, y habrá eliminatoria «reina» de «primeras» entre los dos cuadros rojiblancos, Atlético y Athletic. Para ellos no ha habido sorteo dirigido. Desde luego.

En Buenos Aires, mientras tanto, la influencia de la colonia italiana ha podido tanto como Holanda, y de esta forma los transalpinos, «quintos» cabezas de serie, jugarán con Argentina en el grupo A. España, con los españoles más repartidos, o menos influyentes, sólo podrá hacerlo en Córdoba, Mar del Plata o Mendoza. Y, después de todo, no se puede quejar, porque podría estar, con un poco de suerte, en los grupos B o D, con Perú, México, Irán o Túnez. La segunda plaza clasificatoria estaría entonces al alcance de su mano.

Sin embargo, el lío organizado con tanta «dirección» oscurece sorteos futuros. Que deben ser dirigidos para que no coincidan, por ejemplo, los cuatro equipos citados en un solo grupo, parece claro; que haya cabezas de serie, también; pero que en vez de cuatro haya cinco «colocados» y sólo once equipos entren en cuatro bombos distintos -además-, resulta excesivo. Por este camino, en el Mundial español del 82, si se sube el cupo de clasificados para la fase final a veinticuatro, puede ser todo muy folklórico. Pero, ¿qué intereses habrá entonces?

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