La Democracia Cristiana italiana madura la solución de la crisis en medio de tensiones internas

Unos 18.000 hombres, entre policías y carabineros, defienden Roma de las trágicas sorpresas del terrorismo. Los objetivos inmediatos son edificios del Estado, de los partidos, de la prensa, del cuerpo diplomático y «personalidades vulnerables». En el último enfrentamiento entre jóvenes fascistas y extremistas de izquierda, la policía tuvo, sobre todo, que defenderse de los tiros de los fascistas.

Sesenta y cinco han sido los fascistas detenidos en el último violento episodio de guerrilla urbana, ocurrido la noche del martes, en el barrio tusculano de Roma. Por su parte, las Brigada...

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Unos 18.000 hombres, entre policías y carabineros, defienden Roma de las trágicas sorpresas del terrorismo. Los objetivos inmediatos son edificios del Estado, de los partidos, de la prensa, del cuerpo diplomático y «personalidades vulnerables». En el último enfrentamiento entre jóvenes fascistas y extremistas de izquierda, la policía tuvo, sobre todo, que defenderse de los tiros de los fascistas.

Sesenta y cinco han sido los fascistas detenidos en el último violento episodio de guerrilla urbana, ocurrido la noche del martes, en el barrio tusculano de Roma. Por su parte, las Brigadas Rojas, extrema izquierda, se han atribuido un atentado cometido en Turín contra un dirigente de la Fiat: Gustavo Ghirotto, de 46 años, herido de cuatro disparos en un brazo y una pierna. Mientras tanto, la Democracia Cristiana sigue madurando la solución de la crisis, en medio de tensiones internas.El ministro del Interior, Francesco Cossiga, dio cuenta, anteayer, de la situación ante un Congreso desmoralizado e impotente. Le atacaron duramente los socialistas, comunistas, radicales y demoproletarios. Pero más que al ministro, la izquierda ataca a su partido, la Democracia Cristiana, a la que acusan de haber hecho muy poco o nada en el campo de las leyes sociales, sobre todo, en la reforma de la seguridad pública, de los servicios secretos.

La Democracia Cristiana madura, mientras tanto, su decisión definitiva en cuanto a la crisis del Gobierno. Ayer se reunió la directiva del partido. El partido gobernante se encuentra ante el dilema de, o renegociar con la izquierda el acuerdo programático de julio pasado, según el cual se formó el Gobierno de Andreotti, a base de la extraña fórmula de «no desconfianza», o las elecciones anticipadas.

En su informe, el secretario, general de la DC, Benigno Zaccanigni, se pronunció en favor del mantenimiento del «acuerdo a seis» de julio, y señaló que anticipar las elecciones constituiría un trauma para el país. El presidente del Senado, Amintore Fanfani, subrayó, refiriéndose a un eventual acuerde con la izquierda, que la DC «no puede asumir compromisos que perjudiquen su unidad, la coherencia de su electorado y la solidaridad internacional necesaria para la seguridad de Italia y su retorno a la prosperidad».

Una cosa es segura: la tensión en el partido de mayoría relativa es enorme. Al grupo de parlamentarios moderados, de la derecha democristiana, apoyados por el diarie conservador Il Giornale, que dirige Indro Montanelli, que son partidarios de la ruptura con la izquierda, y contrarios a admitir a los comunistas en el Gobierno y en una posible mayoría, se ha opuesto otro grupo compacto de unos 150 parlamentarios agrupados en torno al secretario general, Benigno Zaccagnini, y el presidente de la DC, Aldo Moro, que, por lo menos, acepta a los comunistas en una mayoría. El primer ministro, Giulio Andreotti, que dimitirá a fines de esta semana o al inicio de la entrante, es partidario, también, de que se constituya una mayoría con los comunistas. Los «doroteos» no quieren ni la mayoría, ni el Gobierno de emergencia, y los fanfanianos, posibles mediadores de última hora, se mantienen cautos.

Por ahora, en conclusión, solamente se sabe que lo mínimo que puede conceder la Democracia Cristiana es renegociar el acuerdo de julio y lo máximo aceptar al Partido Comunista en una mayoría.

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Impaciencia de la izquierda

La izquierda espera con impaciencia la solución, y a fin de evitar las elecciones anticipadas, que por razones internas convendrían a comunistas y democristianos, los socialistas hablan de constituir una mayoría parlamentaria que se oponga a dicha medida, aunque sea excluyendo a la Democracia Cristiana de ella. La propuesta suena más a una amenaza que a un proyecto realizable.

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