Tribuna:

Informar para nada

Contemplar cómo un Gobierno convoca -eso sí, selectivamente- a representantes de patronales y centrales sindicales para darles cuenta de un acuerdo ya consumado, puntualmente difundido por los medios informativos, en la víspera de su ratificación inapelable, sorprende aunque los preliminares sean tan inusuales que bien pudieran haber agotado toda capacidad de sorpresa.Así, la reunión de ayer en la antigua sede de la Presidencia del Gobierno es, más que cualquier otra cosa, un intento de guardar las formas. O, lo que sería más grave, el reconocimiento tardío y estéril de que la marginaci...

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Contemplar cómo un Gobierno convoca -eso sí, selectivamente- a representantes de patronales y centrales sindicales para darles cuenta de un acuerdo ya consumado, puntualmente difundido por los medios informativos, en la víspera de su ratificación inapelable, sorprende aunque los preliminares sean tan inusuales que bien pudieran haber agotado toda capacidad de sorpresa.Así, la reunión de ayer en la antigua sede de la Presidencia del Gobierno es, más que cualquier otra cosa, un intento de guardar las formas. O, lo que sería más grave, el reconocimiento tardío y estéril de que la marginación de las fuerzas protagonistas del proceso productivo, de la elaboración de la política económica, puede resultar nefasta y, antes o después, comprometer seriamente la viabilidad del programa salvador que Gobierno y partidos han hecho pro pio.

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Convocar cuando la negociación es al menos inútil, obviando una vez más el planteamiento de los temas auténticamente importantes , se antoja poco serio. Al Gobierno sólo le resta, para salir airoso del oscuro trance en que está inmerso, demostrar -si es que puede- que es capaz de dotar a este país de un ordenamiento jurídico empresarial acorde con el sistema y los tiempos presentes.

El resto sentimos decir que no sirve para nada.

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