El ministro británico de Asuntos Exteriores llega hoy a Moscú

Después de un período en que el Gobierno laborista concentró sus esfuerzos en resolver diplomáticamente la cuestión de Rodesia, comienza una etapa en la que se pone en marcha una política exterior más amplia. David Owen, el titular del Foreign Office, va hoy a Moscú.El doctor Owen hablará con sus colegas soviéticos de las negociaciones que Estados Unidos, Gran Bretaña y la URSS mantienen para llegar a un acuerdo conjunto sobre la prohibición de pruebas nucleares. La reducción de las fuerzas militares en Europa central que se discute ahora en

Viena entre la OTAN y el Pacto ...

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Después de un período en que el Gobierno laborista concentró sus esfuerzos en resolver diplomáticamente la cuestión de Rodesia, comienza una etapa en la que se pone en marcha una política exterior más amplia. David Owen, el titular del Foreign Office, va hoy a Moscú.El doctor Owen hablará con sus colegas soviéticos de las negociaciones que Estados Unidos, Gran Bretaña y la URSS mantienen para llegar a un acuerdo conjunto sobre la prohibición de pruebas nucleares. La reducción de las fuerzas militares en Europa central que se discute ahora en

Viena entre la OTAN y el Pacto de Varsovia, es otro elemento clave de la agenda de estas conversaciones anglosoviéticas. El Gobierno laborista británico no considera poco relevante la cuestión de los derechos humanos, pero no está seguro de que la mejor manera de convencer a otros países de que deben respetarlos sea denunciando todos los días, sin reservas, las culpas de cada uno. Como David Owen escribía hace unos días en el Times de Londres, «aunque es tan vital, el asunto de los derechos humanos es tan sólo un elemento más del acuerdo final de Helsinki, otro aspecto de las relaciones Este-Oeste. El derecho humano más importante es ante todo el derecho a vivir en paz, sin miedo a una guerra nuclear o a una confrontación de cualquier clase». El ministro británico de Asuntos Exteriores no cree, desde ese punto de vista, que la Conferencia de Belgrado, en la que se revisa el acuerdo de Helsinki, se deba convertir en «un intercambio de insultos» entre Occidente y los aliados de la Unión Soviética. Esa confrontación pondría en peligro otras cuestiones básicas de la distensión que se persigue.

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