El Parque Nacional de Doñana, en peligro

El Parque Nacional de Doñana está amenazado de nuevo por diversos atentados ecológicos. La voz de alarma ha sido dada por diversos ecologistas que entre otras cosas denuncian un plan del Instituto de Reforma y Desarrollo Agrario (Iryda), según el cual una zona al norte del parque, unas 43.000 hectáreas, se transformarán en zona de cultivo intensivo, lo cual supondría el descenso de nivel de las aguas circundantes y con ello la desecación de las marismas del Parque Nacional y, por otro lado, una intensa tala de pinos al sur del Parque que está siendo autorizada por el Instituto Nacional de Cons...

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El Parque Nacional de Doñana está amenazado de nuevo por diversos atentados ecológicos. La voz de alarma ha sido dada por diversos ecologistas que entre otras cosas denuncian un plan del Instituto de Reforma y Desarrollo Agrario (Iryda), según el cual una zona al norte del parque, unas 43.000 hectáreas, se transformarán en zona de cultivo intensivo, lo cual supondría el descenso de nivel de las aguas circundantes y con ello la desecación de las marismas del Parque Nacional y, por otro lado, una intensa tala de pinos al sur del Parque que está siendo autorizada por el Instituto Nacional de Conservación de la Naturaleza (Icona).

Todavía están próximos los días angustiosos en que Doñana, expropiado y a punto de ser transformado en un eucaliptal por los servicios forestales del Estado, pudo ser salvado in extremis por una gestión directa del entonces jefe del Estado.Aquello sucedió en 1953. Desde entonces acá las amenazas y peligros que amenazaron a Doñana han sido innumerables. Es curioso observar que los proyectos que más daño han causado o pudieron causar al famoso Parque, provienen del Ministerio que tiene la obligación de conservarlo: el de Agricultura.

Tras la intentona de plantarlos de eucaliptus se han sucedido otra no menos peregrinas o peligrosas: convertir al Parque (antes coto) en un vivero de plantas productoras de caucho, o -la de ahora: drenar y alterar 43.000 hectáreas de marisma al norte del Parque Nacional, operación que protagonizan el Iryda. Todos los precedentes de transformación de zonas marismeñas en áreas de cultivo intensivo han resultado un rotundo fracaso. Si a ello añadimos que este proyecto mencionado podría tener un costo cercano a los 30.000 millones de pesetas, que no daría trabajo a más de seiscientas familias y que supondría la desaparición de una de las zonas húmedas más importantes de Europa, además de un Parque Nacional, patrimonio de todo el pueblo español, vemos que el plan resulta absurdo.

Por otro lado, el propio Icona viene autorizando y consintiendo desde hace años unas talas que están acabando con los mejores pinares del Parque Nacional, en los que entre otras especies en peligro de extinción, anidan -o al menos anidaban- dos parejas de águilas imperiales. Por increíble que parezca, la corta de pinos se realiza dentro del propio Parque y naturalmente en sus límites.

Los mejores pinos de Doñana han caído ya bajo las motosierras. El suelo está colmado de despojos de árboles muertos que arden como la yesca y que en caso de incendio podían acabar con lo que el Icona ha dejado del pinar. Los camiones pesados, cargados de troncos, cruzan todo el Parque por la marisma de Hinojos, estropeando el terreno y espantando a la fauna con su ruido.

Esto sucede en nuestro primer Parque Nacional. Un Parque al que las presiones especulativas arrebataron una importante zona de la costa en su proyecto inicial, creándose así una amenaza constante de urbanización, agravada por el proyecto de construir una carretera por esta zona. Un Parque que está en posesión de particulares en más de la mitad de su extensión, y que ha sido constantemente maltratado, entre otros, por aquellos que debían de haberlo protegido.

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